El crecimiento económico de China se redujo a su nivel más débil en casi 30 años en 2019, en un contexto de guerra comercial con Estados Unidos e inversión titubeante, y se espera que este año se introduzcan más medidas de estímulo para ayudar a evitar una desaceleración más pronunciada.
Sin embargo, los datos del viernes también mostraron que la segunda economía más grande del mundo terminó el año con mayor firmeza al disminuir las tensiones comerciales, lo que sugiere que las medidas para impulsar el crecimiento en los últimos dos años podrían finalmente comenzar a surtir efecto.
Este año es crucial para que el Partido Comunista gobernante cumpla su objetivo de duplicar el PIB y los ingresos en la última década (hasta 2020), y convertir a China en una nación “moderadamente próspera”.
El producto interno bruto (PIB) del cuarto trimestre aumentó un 6,0% con respecto al año anterior, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística, y se estabilizó al mismo ritmo que el tercer trimestre, aunque sigue siendo el más débil en casi tres décadas.
Esta evolución dejó el crecimiento de todo el año en el 6,1%, la tasa de expansión anual más lenta que China ha registrado desde 1990 y por debajo del 6,6% del año pasado. El dato coincide lo esperado por los analistas.
Responsables de la política económica del país han dicho a Reuters que Pekín tiene previsto fijar un objetivo de crecimiento económico más bajo para este año, alrededor del 6%, en comparación con el 6-6,5% que se estableció para el año pasado, confiando en que el aumento del gasto en infraestructuras evitará una desaceleración más acusada.
En términos trimestrales, la economía creció un 1,5% en el periodo octubre-diciembre, también en línea con las expectativas y al mismo ritmo que los tres meses anteriores.