La semana pasada, mientras las familias celebraban Acción de Gracias, los consumidores recibieron una buena noticia: el coste de la comida tradicional disminuyó por segundo año consecutivo. Según la encuesta anual de la American Farm Bureau Federation (AFBF), una cena clásica del Día del Pavo para 10 personas costó 58,08 dólares, un 5 % menos que el año pasado.
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Aunque esto ofrece cierto alivio, conviene recordar que los costes siguen siendo casi un 20 % más altos que hace cinco años.
¿Estamos al borde de una nueva ola de aumento de costes? Si los aranceles propuestos por el presidente electo Donald Trump sobre importaciones de China, México y otros socios comerciales clave se materializan, la respuesta podría ser sí.
La experiencia muestra que los aranceles, aunque concebidos como herramientas de políticas proteccionistas, suelen traducirse en precios más altos para los consumidores. Esto podría impactar nuevamente en la mesa de los estadounidenses.
¿Son los aranceles una receta para aumentar los costes?
Trump propone un arancel general del 60 % sobre todos los productos importados de China y del 25 % sobre los procedentes de México y Canadá. Según Trump, estos aranceles se mantendrán hasta que ambos países tomen medidas más estrictas contra sus "fronteras abiertas", que considera problemáticas.
La mayoría de los economistas coinciden en que estas medidas, de implementarse, aumentarían los costes para los consumidores estadounidenses. En esencia, los aranceles son impuestos sobre las importaciones, y las empresas suelen trasladar ese coste al consumidor final.
El impacto dependería de los detalles específicos. Según UBS (SIX:UBSG), un arancel hipotético del 10% sobre todas las mercancías que ingresan a EE. UU. elevaría los precios globales en un 1,3% anual. Los aranceles selectivos, dirigidos a bienes o países específicos, podrían ser aún más disruptivos, especialmente si las cadenas de suministro no logran adaptarse lo suficientemente rápido para evitar los costos adicionales.
Un ejemplo de esto son los aranceles a las lavadoras impuestos durante el primer mandato de Trump. De febrero a mayo de 2018, el precio de los equipos de lavandería en EE. UU. aumentó un 16,4%, el mayor salto en tres meses en 40 años de datos de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS). Un año después de la implementación de los aranceles, los estadounidenses pagaban alrededor de 100 dólares más por lavadora y secadora
De manera similar, la guerra comercial más amplia con China elevó los costes de productos de todo tipo, desde electrónica hasta muebles, sumando unos 3.200 millones de dólares adicionales al mes en impuestos para los consumidores estadounidenses.
Esto podría repetirse, pero a una escala aún mayor. Según las políticas comerciales de Trump, un par de pantalones vaqueros de 80 dólares podría aumentar entre 10 y 16 dólares, mientras que un triciclo de 50 dólares podría subir entre 18 y 28 dólares, según un informe reciente de la Federación Nacional de Minoristas (NRF).
Qué significa para los consumidores y los inversores
Los aranceles propuestos por Trump tienen repercusiones mucho más allá de las cenas de Acción de Gracias. Si anticipa que los aranceles aumentarán los precios de los productos importados, podría ser sensato abastecerse ahora de artículos que probablemente se verán afectados, como juguetes, electrodomésticos, ropa e incluso artículos de viaje.
Los inversores deben prestar especial atención a este panorama. Las industrias más vulnerables a los bienes importados, como el comercio minorista, la electrónica y la agricultura, podrían enfrentar retos significativos. Dado que China, México y Canadá son tres de los principales socios comerciales de EE. UU., la ruptura de estas relaciones podría desencadenar un efecto dominó en los mercados de materias primas y afectar gravemente a los sectores manufacturero y tecnológico.
Por otro lado, las empresas que producen bienes en EE. UU. o que operan en sectores menos expuestos al comercio global podrían encontrar oportunidades en un entorno de aranceles elevados. Los fabricantes nacionales que compiten con las importaciones podrían experimentar un aumento en la demanda debido a los precios más altos de las alternativas extranjeras.
Un ejemplo son los productores de acero, como Nucor (NYSE:NUE) o U.S. Steel. Los mayores costes de los materiales también podrían incentivar un mayor reciclaje, lo que beneficiaría a las empresas de chatarra, como Radius Recycling (antes conocida como Schnitzer Steel Industries (NASDAQ:RDUS)) y Steel Dynamics (NASDAQ:STLD).
Es probable que las propuestas arancelarias de Trump acaparen los titulares en el Año Nuevo. Queda por ver si se implementarán en su totalidad, de forma selectiva o a través de un compromiso. Sin embargo, lo que debe quedar claro es que estas políticas generarán costes, no solo para los consumidores, sino también para la economía en su conjunto.
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