Con la importante movilización del día de ayer encabezada por los docentes, va concluyendo el mes más convulsionado de la gestión de Cambiemos en lo que respecta a la movilización y conflictividad social. Con cortes y piquetes casi todos los días, el acto de la CGT del día 7 de marzo, el anuncio del primer paro general para el 6 de abril y la Plaza de Mayo de ayer, el decimoquinto mes de gestión fue bastante conflictivo. Lo cierto es que muchas de las consignas que se esgrimen en estas movilizaciones están algo alejadas de la realidad actual o se refieren a los primeros meses del gobierno, cuando la coyuntura economía mostraba los resultados más negativos del proceso. Desde mitad del año pasado los grandes números de la macro y del mercado laboral están mostrando un repunte respecto al primer semestre. En este sentido, no parece razonable el nivel de conflictividad social que se está viviendo en un contexto de recuperación de la actividad económica, recuperación del empleo asalariado privado registrado y crecimiento del empleo total registrado, desaceleración de la inflación y recuperación del salario real. Estos cuatro factores que son los que caracterizan a la economía argentina desde al menos mitad o fines del año pasado, aportan algún sustento a la idea de que en las movilizaciones sindicales que se están viviendo existe un importante componente meramente político en un año electoral clave para la coalición gobernante.
Con los datos de cuentas nacionales que se conocieron en la semana, se confirmó (con alguna discrepancia marginal) lo que ya había adelantado el Estimador Mensual de la Actividad Económica: en el tercer trimestre del 2016 la economía volvió a expandirse (luego de tres trimestres de contracción) al igual que en el cuarto dando estadísticamente por finalizada la recesión económica. Tomando los valores del PBI de forma anualizada, en el último trimestre del año pasado la economía se expandió a una tasa anual del 2%, lo que deja un punto de partida optimista para alcanzar un crecimiento a lo largo de 2017 en torno al 2,5/3%.
Esta recuperación del producto, que no puede denominarse aún crecimiento- ya que el mismo ocurre una vez que la cantidad producida supera al último pico- está impactando en el mercado laboral, provocando una recuperación de la cantidad de ocupados registrados. La destrucción neta de empleo del sector privado registrado, que había comenzado en el mes de agosto de 2015 y llevaba acumulados 11 meses, se detuvo y comenzó un suave proceso de reversión el mes de julio del año pasado que se mantiene hasta el último dato disponible del Ministerio de Trabajo en diciembre. En este período se registró un aumento neto de 66.000 puestos de trabajo asalariados en el sector privado registrado. Descontando el factor estacional de que normalmente se crean más empleos en el segundo semestre, aún se obtiene un crecimiento real de unos 14.000 asalariados. Por otra parte, si se considera el mercado laboral registrado total (considerando empleo público y privado tanto en relación de dependencia como independiente), el proceso de recuperación comenzó en febrero del 2016 y ya en octubre se observaba un crecimiento, al haber superado los 12 millones de puestos totales registrados como máximo en noviembre de 2015.
Al mismo tiempo, con la importante desaceleración de la inflación anual que se está verificando (al mes de febrero en un 30% anual aproximadamente), el poder de compra de los salarios está también registrando una recuperación desde el mínimo alcanzado en junio del 2016 y si bien cerró el 2016 con una caída promedio del 4% respecto a 2015, para diciembre último el nivel ya era al de junio y diciembre de 2015.
Estas tres variables relevantes para entender la realidad laboral actual están mostrando una misma tendencia de recuperación en los últimos 6 meses de datos disponibles que, seguramente continuarán siendo confirmados en los tres primeros meses del año ya que no se han identificado shocks que puedan hacer pensar en una reversión de la recuperación de la actividad, el nivel de empleo y el salario real. De aquí que resulte difícil entender desde la óptica económica el porqué del aumento de la conflictividad social observada en la actualidad respecto al período marcado en rojo en los gráficos, que es cuando todos o casi todos los indicadores indicaban una dinámica negativa. Hoy, por el contrario, la realidad ya lleva varios meses de reversión. La explicación de que estos números “no se sienten todavía en la calle” no tiene mucho asidero, ya que estos números son justamente un reflejo de la calle: recuperación de la cantidad de personas ocupadas y mayor poder de compra de los ingresos de bolsillo. Difícilmente haya dos variables más tangibles para la ciudadanía.