La incorporación de las criptomonedas en la agenda política del 2024 se revela como un aspecto crucial para los países próximos a elecciones presidenciales, destacando la necesidad imperativa de abordar sus implicaciones políticas, económicas y sociales en el contexto actual.
El 2024 se vislumbra como un momento crucial en el panorama político, con varios países en un marco de elecciones es inevitable que el tema de las criptomonedas entre en el debate público. En este sentido, es imperante reconocer que las criptomonedas han ganado terreno como una alternativa viable al sistema financiero tradicional en muchos países.
Desde luego, en este debate sobre el papel de las criptomonedas en la modernización económica, hay una diversidad de opiniones entre los analistas. Por un lado, existen quienes abogan por la implementación de políticas que impulsen la adopción y el uso de criptomonedas como una estrategia fundamental para promover el desarrollo económico. Bajo la perspectiva de que estas medidas podrían catalizar la innovación, fomentar la inclusión financiera y fortalecer la competitividad nacional en el ámbito de las finanzas digitales.
Sin embargo, en el otro extremo, persisten las preocupaciones sobre los posibles riesgos asociados con la inmersión institucional a los activos digitales. Señalan con inquietud la volatilidad inherente a estos activos y la falta de una regulación sólida que pueda salvaguardar los intereses de los inversores -usuarios o gobiernos-.
En este contexto, el debate sobre las criptomonedas se convierte en una ecuanimidad entre las oportunidades potenciales y los riesgos inherentes. Es fundamental que quien esté próxima a ser la persona que ocupe la silla presidencial pueda encontrar un enfoque que permita capitalizar los beneficios de la innovación financiera mientras se mitigan adecuadamente los riesgos asociados, o por lo menos, establezca las bases hacia un panorama que contemple la inclusión de los activos.
Está claro que cada vez más países se interesan en incursionar en este tema dentro de su agenda política, como El Salvador, tras la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal bajo la administración del presidente Nayib Bukele, quien buscó impulsar políticas innovadoras para promover el crecimiento económico y la inclusión financiera.
En Estados Unidos, donde las criptomonedas han sido tema protagónico durante las elecciones presidenciales y legislativas, con diferentes candidatos y partidos expresando posturas divergentes sobre su regulación y papel en la economía; Argentina, tras su apertura para establecer contratos en bitcoin fomentando una aceptación de las criptomonedas en su población; así como México, sentando las bases a partir de la Ley Fintech para poder tener una mejor regulación del mercado de las criptomonedas.
Aunque aún hay mucho por hacer para establecer una incorporación general, esto se puede lograr a partir de dos criterios fundamentales: La formulación de políticas públicas que fomenten un ecosistema de criptomonedas responsable y sostenible, promoviendo la transparencia, la seguridad y la protección del consumidor en el proceso de adopción y regulación. Y por otra, mediante el acompañamiento de custodios digitales que proporcionen servicios de almacenamiento seguro y gestión de activos digitales, ayudando a mitigar los riesgos de seguridad inherentes a la posesión de criptomonedas.
Es evidente que, sin importar las posturas políticas, es imprescindible establecer estándares que satisfagan tanto a las instituciones públicas y privadas como a los nuevos participantes digitales. Estos estándares pueden respaldarse con la presencia de custodios digitales, que sin lugar a dudas garantizan un funcionamiento más efectivo, además de que promueven la confianza y seguridad en el sistema financiero del futuro.
Al utilizar plataformas que cuentan con custodios digitales confiables y debidamente regulados, los usuarios acceden a una capa adicional de protección para sus activos digitales, reduciendo la exposición a amenazas como el robo cibernético y el fraude. Además, la presencia de los mismos, fomenta la confianza en el mercado de criptomonedas, lo que puede ser crucial para atraer la participación de más inversores y una mejor regulación por parte de los gobiernos.
La forma en que los candidatos aborden este tema puede influir en la percepción de los votantes sobre su impacto en el futuro económico y tecnológico de su país, por lo que es importante que como participantes en la industria, trabajemos mano a mano para difundir mayor conocimiento sobre la protección y resguardo de los activos digitales.
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