Luego de tiempos muy convulsionados en lo financiero, que complicaron el tema inflacionario, el cual no se pudo solucionar desde que asumió la actual gestión gubernamental, y que derivó en una hiperinflación como consecuencia de ser diez veces superior a la media mundial, la corrida cambiaria de fines de abril hasta mediados de mayo terminó en una crisis financiera para la cual el gobierno optó en recurrir al FMI solicitando un préstamo de alto acceso por u$s 50.000 millones a pagar recién a partir de 36 meses posteriores de cada uno de los respectivos desembolsos.
Desde ese momento el tipo de cambio sufrió ya tres modificaciones: la primera que lo depositó en los $ 25 desde los $ 20.50, una segunda que culminó a mediados de junio en $ 28 y la actual que al viernes finalizó cerca de $ 30 incluso con las subastas del BCRA que en un principio serían de u$s 100 millones diarios a casi $ 1 menos que el valor de cotización. Sobre estas subastas debemos recalcar que fueron suficientes en las primeras cuatro y cuando sus operadores conocidos se dieron cuenta que podrían realizar muchísimas diferencias comenzaron a exigir mayor flujo de billetes, y fue que consiguieron u$s 150 y u$s 300 millones el jueves y el viernes, respectivamente.
En cuanto a las perspectivas del tipo de cambio es de esperar que se acerque a $ 31 por dólar como consecuencia de llegar a su punto de equilibrio, que en el esquema de libre flotación que rubricó el Gobierno con el FMI es el valor técnico que surge de dividir la base monetaria, que en este caso se le debe adicionar el total de Lebac al circulante financiero, puesto que son de tan fácil liquidación y con períodos menores a 12 meses, que se transforman en efectivo circulante, sobre la totalidad de las reservas del BCRA, con los u$s 15.000 millones arribados del FMI como anticipo del préstamo rubricado.
Como consecuencia de la crisis financiera autoinflingida por el gobierno se llega a una crisis política que se nota en la salida de tres funcionarios de alto nivel como el presidente del BCRA y los ministros de Producción y Energía. Así comienza el proceso de crisis social evidenciada en el paro general de la CGT del 25/6, que no es aislado sino el comienzo de un plan de lucha que se profundizará si el gobierno no toma las señales emitidas por los sindicatos y el sector pymes, que son los más golpeados por esta crisis.
A manera de corolario de lo anterior, el nuevo ministro de Producción encabezó una negociación que cerró con empresarios de Brasil, por medio de la cual van a comprar 2,5 millones de toneladas excedentes de trigo en 2018 y 5,5 millones de toneladas en 2019. El tema con ello es que el excedente de cosecha de este año es de 4,5 millones y alrededor de dos millones de toneladas iban a ser enviadas al mercado local para tratar de bajar los valores de la bolsa de harina en la calle. Ante esta realidad, y conociendo nuestra idiosincrasia es complicado que hoy se pueda mandar algo a mercado interno existiendo la posibilidad de venderlo a valores internacionales y no tener la obligación de liquidar la exportación en un plazo no menor a 10 años. De seguir con este tipo de políticas, podríamos esperar que el kilo de pan antes de fin de año se sitúe próximo a los $ 100.