El barril de petróleo WTI tuvo una jornada de pérdidas históricas y se comercializa a -35 dólares.
La pandemia del coronavirus ha generado un impacto catastrófico para la industria petrolera. Las medidas de confinamiento implementadas por los gobiernos de todo el mundo han paralizado la economía productiva, lo que causó un fuerte derrumbe en la demanda del petróleo.
El principal motivo para el colapso total de este recursoes que el contrato actual expira mañana. Por lo tanto, aquellos inversores que no quieran recibir una entrega física necesitan vender el contrato de mayo antes de su vencimiento.
El problema para los tenedores de estos títulos es que tampoco existen compradores físicos para este contrato, debido a las preocupaciones que hay sobre la posibilidad de que el centro de almacenamiento de petróleo de los Estados Unidos se encuentre muy cerca de llenar su capacidad. La semana pasada, la Administración de Información Energética de Estados Unidos informó que los inventarios de crudo subieron 19,25 millones de barriles.
De continuar aumentando su inventario a este ritmo, la capacidad norteamericana para almacenar petróleo podría agotarse antes en cuestión de semanas. El miedo del mercado ante la chance de que este escenario sea posible, terminó provocando un colapso sin precedentes en los precios del hidrocarburo.
Toda esta situación ha provocado que los inversores intenten desprenderse de sus contratos al precio que sea, incluso hasta llegando a ofrecer dinero con tal de desprenderse de sus activos.
Además de la crisis sanitaria y la poca capacidad de los Estados Unidos para seguir almacenando crudo, otro de los motivos que provocó que el petróleo pasara de 64 dólares por barril a valores negativos en cuestión de cuatro meses, fueron las tensas negociaciones entre Rusia y Arabia Saudita.
Sus problemas para acordar recorte en la producción del hidrocarburo fueron fundamentales para sumar mucha incertidumbre a un mercado seriamente afectado y terminaron deteriorando aún más la situación del sector.
Durante marzo, las autoridades rusas habían rechazado la propuesta de la OPEP+ de disminuir la producción. Ante la negativa de la administración de Vladimir Putin, el reino árabe contraatacó y decidió aumentar su producción con el fin de frustrar la estrategia de Rusia.
Luego de unas semanas en las que los mercados internacionales se resintieron por la guerra petrolera, finalmente, con la presión del presidente estadounidense, Donald Trump, tanto Rusia como Arabia Saudita dejaron de lado sus diferencias y acordaron aplicar una reducción de 9,7 millones de barriles diarios entre el 1 de mayo y el 30 de junio.
Después de una breve consolidación en el nivel de los 20 dólares por barril, las cosas volvieron a empeorar para el petróleo luego de que China diese a conocer los datos de su economía durante el primer trimestre. Durante los primeros tres meses del año, el PBI chino se contrajo un 6,8%, su peor debacle desde la década de 1990, cuando comenzaron a realizarse las mediciones trimestrales.