Las elecciones democráticas auténticas son una expresión de la soberanía, y la libre expresión de la voluntad de los pueblos constituye la base de la autoridad y la legitimidad de los gobiernos; los derechos de los ciudadanos a votar y a ser elegidos en elecciones democráticas auténticas sirven para resolver pacíficamente los conflictos políticos que se generan por la interacción del proyecto de gobierno de cada candidato por el poder político dentro de un país y son fundamentales para el mantenimiento de la paz y la estabilidad. (Aneleymar Rosales, joven Venezolana)
En Venezuela la necesidad de fijar una fecha urgente para un revocatorio es la llave para rescatar al país de la corrupción a la que los ha llevado el régimen de Maduro, elegido democráticamente, pero convertido, producto de ambiciones desmedidas, del abuso descarado del poder y del irrespeto a los derechos humanos, en una dictadura encubierta que tiene al país al borde del colapso social y humanitario.
Mientras tanto en Haiti, la nación más pobre de América, tras meses de retrasos y cancelaciones, han sido por fin convocadas unas nuevas elecciones para el 9 de octubre y el 8 de enero de 2017. Los resultados de las elecciones que se celebraron el pasado 25 de octubre del 2015 no fueron reconocido por el actual presidente interino, Jocelerme Privert, quien denunció un supuesto fraude electoral. La maniobra le permitió ampliar su mandato y de paso sabotear la elección de quien fue el ganador de aquella primera vuelta, Jovenal Moïse.
Y en Nicaragua la primera vuelta de las elecciones que se celebrará en noviembre tiene como único candidato al actual presidente Ortega. Una situación absurda calificada por la oposición agrupada en la Coalición Nacional como una “farsa electoral”. La oposición decidió no participar de los comicios al ser anulada la candidatura de Luis Callejas y despojados de una casilla electoral por un polémico fallo de la Corte Suprema. Así, Nicaragua se suma a la crisis democrática que vive nuestro continente.
En su informe de 2016, Latinobarómetro, una corporación de derecho privado sin fines de lucro, analizó la situación que atraviesan algunos países de la región. Los resultados del estudio son preocupantes:
La democracia tiene dificultades en lograr un apoyo mayoritario de la población en América Latina, entre otros motivos, por la percepción de que no se gobierna para la mayoría. Por el contrario, la población tiene la sensación de que se gobierna para el beneficio de unos pocos.
Entre 2004 y 2011 aumentó del 24% al 36% la percepción que se gobierna para todo el pueblo, pero desde entonces el indicador viene bajando hasta llegar a sólo el 22% en 2016, la cifra más baja medida desde hace 12 años.
(…) son sociedades que se sienten profundamente defraudadas con los resultados de la democracia y su desempeño. De hecho, en 14 países de América Latina este indicador es más del 60%, y solo en Nicaragua alcanza porcentajes inferiores al 50%, con un 48%.”