Las elecciones en Estados Unidos fueron recibidas con un rally histórico en el mercado de acciones a nivel mundial y la ironía parecería ser que lo que menos le importa al mercado es el presidente electo. Cabe destacar en este contexto que el Senado parecería quedar en manos republicanas y la Cámara en manos demócratas. Sigo utilizando condicionalidad dado que perecería que los republicanos intentarán desafiar todo resultado posible, todavía y a pesar de todo. Lo cierto es que la decisión legislativa en Estados Unidos, nuevamente, parecería quedar partida entre demócratas que controlarían la Cámara y republicanos que lo harían con el Senado. Esto en general debería ser una mala noticia en el sentido que el pasaje de todo paquete legal que el Presidente Biden intentaría hacer sería frenado por un Senado mayoritariamente republicano. Sin embargo, el mercado aparentemente, como reacción inicial, celebró dicho evento y la idea de este artículo es intentar explicar por qué.
Lo que el mercado descuenta, al menos por ahora, y recuerden que este año fue vertical en varias ocasiones, es que un Senado republicano impediría dos acciones demócratas. Primero, la subida de impuestos probablemente sería acotada, aspecto que el mercado celebró en especial para las tecnológicas. Segundo, la aprobación de paquetes fiscales keynesianos tal como lo viene pidiendo la Reserva Federal de Powell, quedarían limitados en tiempo y tamaño. En especial este último efecto implicaría menor déficit fiscal norteamericano, menos emisión de deuda soberana, menor exceso de oferta de bonos soberanos y tasas de rendimiento bajando como consecuencia. Otra efecto asociado a éste es un mercado que, previendo una política fiscal más limitada, recargaría más expectativa de acción expansiva desde la Reserva Federal, aspecto que retroalimentó la baja de tasas largas y a la vez ocasionó una marcada debilidad del dólar tanto para monedas del G10 como emergentes. Por lo tanto, parecería que el principal driver del mercado radica no en el Presidente electo, sino en la división de poder a nivel legislativo lo cual ha sido descontado por Wall Street con una peligrosa cristalina claridad como si todo lo que fuese a ocurrir en los dos años de COVID que seguiremos transitando pudiese ser anticipado tan fácilmente, lo cual me deja algunas dudas.
Por lo tanto, el primer veredicto del mercado fue anticipar un Estados Unidos muy dovish que ocasionó fuertes rallies en monedas emergentes, presión bajista en la parte larga de la curva de Estados Unidos y un escenario más que amigable para commodities agrícolas. Si este escenario se mantuviese así de invariable, el oro y la plata deberían 'performear' razonablemente bien. Pero habiendo dicho esto, también resulta más que relevante considerar los datos de empleo que salieron precisamente el viernes pasado con un NFP sorprendiendo al alza y, por sobre todo, con una tasa de desempleo que sorprendió a la baja y que ya se ubica en 6.9% habiéndose acercado al 15% entre marzo y abril de este año. Por lo tanto, parecería quedar bien claro que las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y China, están comenzando a recuperarse fuertemente y si ese es el caso, el 2021 podría ser un año de “upside” que podría a pesar de todo poner cierta precisión alcista en tasas y en ese sentido, el oro podría quedar bajo presión.
En este contexto, el sector tecnológico de equity norteamericano y todo el equity emergente han tenido subidas muy pronunciadas. Los sectores tradicionales de Estados Unidos como energía, aerolíneas y bancos, siguieron 'underperformeando', debido a un mercado que descuenta una división de poder legislativo que limitaría cualquier intento de keynesianismo extremo resultando en paquetes de asistencia fiscal mas acotados. En este entorno, otra vez mas y hasta la redundancia, la actitud de la FED resulta indispensable a pesar de que Powell viene insistiendo hace meses que ahora es el turno de la política fiscal, una política fiscal que se anticipa como reducida en tamaño frente a un Senado republicano que le trabará cualquier intento de keynesianismo extremo al Presidente Biden. Muy temprano todavía para descontar todo con tanta contundencia.