Los últimos titulares proclaman el estancamiento del repunte postnavideño de las acciones. Es verdad. ¿Pero en qué medida es autoperpetuado? ¿Cómo reaccionarían los inversores minoristas cuando todos los medios de comunicación financieros adviertan de que el mayor repunte de acciones registrado en mucho tiempo está perdiendo fuelle?
Llevamos meses siendo bajistas en cuanto a las acciones. Aunque el actual repunte ha sido más alto de lo que se considera cómodo —según nuestra previsión—, mantenemos nuestra postura, que se basa en nuestro convencimiento de que el mercado ha sobrestimado las declaraciones prudentes y posiblemente incluso malinterpretadas del presidente de la Fed, Jerome Powell, como un indicio de cambio en la política monetaria. Por el contrario, nosotros creemos que esto es más una pausa en las decisiones de política monetaria debido a la falta de datos provocada por el cierre del Gobierno.
Sin embargo, debido al turbio panorama de las acciones, sugerimos que observe otro activo para intentar obtener una nueva perspectiva.
El rendimiento de los bonos suele mantener una correlación negativa con las acciones. Mientras que las acciones suben cuando los inversores buscan más riesgo, cambian su capital de las acciones a los bonos del Tesoro cuando quieren una mayor seguridad.
El rendimiento de los bonos mantiene una relación inversa con los precios. El aumento de la demanda de bonos hace subir los precios, reduciendo la retribución o rentabilidad del bono. Si la demanda por el contrario desciende —o aumenta la oferta— bajan los precios de los bonos, aumentando lo que queda entre el precio y la retribución de los bonos, de modo que aumenta el rendimiento.
En el gráfico de los bonos a 10 años, queda claro que el rendimiento ha descendido desde que tocara techo entre octubre y diciembre, en una correlación positiva con las acciones de Estados Unidos, debido a los temores de recesión. Hay que tener en cuenta que el fuerte repunte de las acciones que siguió al peor diciembre de la historia impulsó el rendimiento de 2,5 a 2,8, lo que no cambia exactamente la tendencia.
Así que ¿por qué no se ha disparado el rendimiento, si los inversores han renunciado a los bonos recurriendo de nuevo a los activos de riesgo? ¿Recordáis el escaso volumen de operaciones que señalábamos durante todo el repunte? Eso es porque no ha habido una gran participación en el actual repunte de las acciones. Los inversores han seguido confiando en los bonos.
El rendimiento de los bonos a 10 años se ha mantenido dentro de una formación de triángulo desde principios de 2019. Aunque el patrón indica una equivalencia entre oferta y demanda a corto plazo, no altera la tendencia a medio plazo, que lleva siendo a la baja desde diciembre. Si el rendimiento se sale del triángulo por el extremo inferior, sería una señal de continua demanda de bonos, que a su vez implicaría que los inversores han perdido su interés por el riesgo, indicando también la reanudación de la tendencia de rotación de los inversores del riesgo a la seguridad.
Hay que tener en cuenta que el RSI y la MMCD han alcanzado los niveles de más sobreventa desde principios de 2016. Desde entonces ambos han subido, lo que indica una posible reversión del rendimiento, pero como hemos señalado, eso no ha sucedido. Por el contrario, el RSI, después de tocar fondo, ha ido formando la misma consolidación triangular que el rendimiento. La MMCD zozobra tras recuperarse de la línea de cero. Ambos indicadores indican que están atrapados entre dos versiones opuestas.
¿Cuál ganará? Nosotros apostamos por un repunte a la baja del triángulo, un patrón de continuación, pues la MMS 50 enmarca el nivel de resistencia de la parte superior del triángulo y la MMS 100 se ha situado por debajo de la MMS 200, dando testimonio de una caída de precios general.
Si eso sucede, es una apuesta segura que las acciones caerán también.