La semana pasada los mercados reaccionaron de forma positiva ante la detención del expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, el cuál fue interrogado por una supuesta participación en el esquema de corrupción alrededor de la gigante petrolera Petrobras (NYSE:PBR) y, además, por lavar dinero al esconder una propiedad de lujo que fue dada por una empresa constructora relacionada con el gobierno. La noticia hizo que los inversionistas se abalanzaran sobre activos brasileños e hizo que la moneda local se fortaleciera un 12% con respecto al dólar estadounidense.
La idea detrás del “rally” era que las acusaciones se están acercando cada vez más a Dilma Rouseff, la presidenta, por lo que un juicio político estaría cerca, dando espacio a un gobierno más amigable con los mercados y dispuesto a hacer las reformas necesarias para sacar al país de una de las peores crisis económicas en su historia, la cual ha llevado el desempleo al 10% y a la inflación a cifras de dos dígitos.
No obstante, lo que el mercado no esperaba es que Rouseff le ofreciera un puesto dentro de su gobierno al cuestionado Lula, maniobra que no solo le daría inmunidad ante varias cortes del país, sino que reduciría la posibilidad de un juicio político de la mandataria.
Lo anterior, debido a que el expresidente sigue siendo muy popular dentro del Partido de los Trabajadores, el cual formó. Dicha noticia produjo que los inversionistas volvieran a salir del país, lo que causó que la moneda devolviera mucho de lo ganado y el Bovespa, el índice bursátil local, cayera.
La situación en el país se mantendrá volátil, ya que aún no se sabe cuál será la reacción de ministros en la cartera, o si la población volverá a las calles a demandar un cambio. Un deterioro en el panorama político claramente impactaría el sentimiento de los inversionistas y la percepción que tienen las calificadoras de riesgo sobre el país.