El peso mexicano concluye fuerte el quinto mes del año. Incluso, por momentos de mayo alcanzó su mejor nivel en más de seis años, alrededor de $17.40 spot.
Todo parece indicar que se solucionará de forma satisfactoria la negociación para ampliar el techo de la deuda estadounidense, por lo que la moneda mexicana iniciará junio concentrada en el tema de los futuros pasos en materia de política monetaria, sobre todo en términos relativos entre Banxico y la Fed.
En nuestras estimaciones de mediano plazo para el tipo de cambio, consideramos que junio podría ser un punto de inflexión para un posible ligero cambio de tendencia hacia una depreciación del peso. El promedio que pronosticamos para el mes es $17.90, cuando en mayo fue $17.78 spot.
Las primeras referencias relevantes del mes serán de EUA, con el informe de empleo (2 de junio) y la cifra de inflación de mayo (13 de junio). Posteriormente, el 14 de junio la Fed celebra su reunión de política monetaria.
La expectativa ha estado muy cambiante respecto a lo que hará el banco central estadounidense. Actualmente, las apuestas están cargadas a que subirá su tasa de referencia en 5.50%, aunque hace una semana se especulaba con que la dejaría sin cambios.
Poco más de una semana después tocará turno al Banco de México (22 de junio), donde pronosticamos que no movería su tasa de fondeo para dejarla en 11.25%.
El factor principal que explica la fortaleza del peso mexicano en los últimos dos años es el diferencial de tasas de interés entre México y EUA. El endurecimiento monetario para buscar controlar la inflación generó en mayor medida este sesgo positivo para la moneda mexicana (carry-trade). No solo en la parte nominal, sino por el tema de las tasas de interés reales.
En este sentido, en el escenario base de que la Fed suba tasas y Banxico la deje sin cambios, el diferencial a tasa nominal se reduce, y en términos reales la tasa en EUA confirmaría su entrada a terreno positivo. Esto último, tendrá un mayor peso en los siguientes meses porque la inflación al consumidor, en términos anuales, estría retrocediendo más rápido en EUA que en México.
Con tasas reales positivas en EUA, aumenta el incentivo a inversiones denominadas en dólares. Esto es, se reduce un poco el atractivo del carry-trade con el que actualmente goza la moneda mexicana.
Estos incentivos son razones suficientes para pensar en un posible reacomodo de portafolios de inversión. Esto se traduciría en episodios de depreciación del peso mexicano. Sería un retroceso gradual y moderado en la cotización de la moneda mexicana, que se consolidaría hacia el último cuarto del año. Nuestra expectativa en CIBanco es que, para diciembre de 2023, el tipo de cambio se ubique alrededor de $18.70 spot.
Este reacomodo de portafolios también se podría dar incluso si ambas autoridades monetarias dejen sin cambio su tasa de referencia, por el tema de las tasas reales en EUA.
Otro factor que podría ayudar a consolidar este punto de inflexión en el tipo de cambio es el riesgo/temor a una recesión económica en EUA. Es difícil anticipar si se dará o no la recesión. Al momento los datos son mixtos, y en algunos sectores hay señales de enfriamiento, pero en términos generales la economía estadounidense sigue creciendo.
En caso de confirmarse la entrada a un periodo recesivo, es probable que se observen momentos de aversión global al riesgo, lo que le jugaría en contra a la moneda mexicana.
Este escenario planteado puede posponerse si se deterioraran los próximos datos de inflación en México, tanto que provoquen un cambio en los planes de Banxico, teniendo que volver a subir su tasa de interés de fondeo.