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La debacle del PRI. ¿Dónde quedó el Pacto Por México?

Publicado 05.07.2018, 06:24 p.m
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La abrumadora victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones presidenciales del domingo ha hecho añicos al resto de formaciones políticas. Cinco partidos políticos podrían perder su registro a nivel nacional por no alcanzar el 3% de la votación. Con casi el 94% de las actas computadas, el Partido de Encuentro Social posee 2.7% de los votos, Movimiento Ciudadano el 1.8%, el Partido Verde otro 1.8% y Nueva Alianza un 1.1%. Pero además el histórico PRD, el gran peso pesado de la izquierda hasta hace muy poco, ha sido aniquilado y apenas consigue el 2.87% de la votación, por lo que también perdería el registro.

Lo más sorprendente, sin embargo, es que el PRI, el partido de gobierno, el que reconquistó el poder en el 2012 con la intención de hacer bien las cosas y quedarse por mucho tiempo, también ha sido despedazado. El castigo ha sido brutal: pese a su poderosa maquinaria política, apenas recibió 6.157 millones de 45.5 millones de votos, o un 13.5% del total. Y quedó completamente borrado del mapa político: no es que no ganara ninguna gubernatura de las que estaban en juego (Morena ganó 5, el PAN 3 y Movimiento Ciudadano 1), sino que además no ganó ningún distrito electoral y perdió hasta en su cuna, Atlacomulco. En su gran bastión, el Estado de México, venció sólo en 19 de los 125 municipios. Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, su fuerza se verá desfigurada: algunos cálculos lo sitúan con 42 diputados (8% del total) y 14 senadores (11% del total).

¿Cómo puede explicarse esta gran debacle del PRI? Hace apenas seis años alcanzó el poder encumbrado por el liderazgo de un puñado de jóvenes tecnócratas, bien preparados, dispuestos a cambiar el país. ¿Qué es lo que falló si el Pacto por México, el gran acuerdo nacional que firmaron PRI, PAN y PRD, iba a transformar a la economía mexicana y la iba a colocar en la senda del desarrollo y el progreso?

Por supuesto falló en la corrupción. El primer Pacto que necesitaba sellar México era impulsar el exterminio de una corrupción que lleva décadas envileciendo la vida política. Pero entre la Casa Blanca y la residencia de algún Secretario en el resort de golf de Manicalco, el escándalo de Odebrecht que ha inundado a gran parte de la clase política de Latinoamérica y a la que no escapó el PRI, la “estafa maestra” y los escandalosos vicios y corruptelas a la luz del día en varios estados priístas, desencantó a la ciudadanía. También falló la violencia: este sexenio ha sido más sangriento que el de Felipe Calderón y como colofón tuvo una campaña electoral tristemente mortífera.

Pero centrémonos en lo económico, que es de lo que va esta página, si bien es claro que tanto la corrupción como la violencia torpedearon también a la actividad económica. Nadie duda de las buenas intenciones del PRI y de su Pacto por México: estaba diseñado para mejorar la productividad de la economía y llevarla a tasas de crecimiento de 5%. Sin embargo, a falta de que concluya este sexto año de su mandato, el PIB apenas se ha expandido, en promedio, un 2.5%, la misma y pírrica tasa de crecimiento que ha acompañado a la economía mexicana en las últimas décadas. ¿Qué ha fallado?

El sexenio, desde el principio, no carburó en cuanto a crecimiento por varias razones. En primer lugar, la misma puesta en práctica del Pacto por México. Eran tantas las ansias reformadoras que las impulsaron todas al mismo tiempo sin considerar el elevado costo que implicaban. No todas eran igual de necesarias y urgentes, pero ellos las emprendieron al unísono, generando incertidumbre y paralizando los planes de inversión privadas. Esa estrategia no sólo castigó al crecimiento, sino que además abrió varios frentes sociales, el más beligerante el de los maestros, que les supuso un fuerte desgaste político. El más claro ejemplo del costo económico de las reformas lo representó la reforma fiscal: el aumento de impuestos redujo la renta disponible y generó inflación, lo que restringió el gasto de consumo e inversión nada más llegar Peña Nieto y debilitó el crecimiento general de la economía.

Pero además, al inicio del sexenio el gobierno del PRI, inexplicablemente, se encargó de destruir al sector de construcción. Por dos motivos: uno, porque la SHCP se vio lenta a la hora de liberar recursos para los proyectos de infraestructura, tanto a nivel federal como estatal; y en segundo lugar, porque se le ocurrió cambiar de golpe, sin planear una etapa de transición, el modelo de vivienda de uno horizontal a otro vertical, lo que supuso la quiebra de las principales constructoras de casas (Homex, Geo, Urbi). La construcción, un sector clave para el desarrollo de un país y su dinamismo económico, desde ahí se convirtió en un lastre que se prolongó durante todo el sexenio.

En consecuencia, el sexenio inició con poco vigor, casi parada. Pero una vez digerido ese primer impacto negativo y cuando la economía empezaba a reanimarse llego otro más duro: el desplome de los precios del petróleo a partir de mediados de 2014, el cual se prolongó hasta principios de 2016. Aquí nada tuvo que ver el gobierno mexicano: fue un shock externo resultado de la sobreabundancia de crudo que propició “fracking” estadounidense en el mercado de crudo internacional. Ese descalabro implicó que la grandes inversiones para la reforma energética flaquearan y que los ingresos públicos petroleros del gobierno se desplomaran y el gobierno, que venía de una etapa de expansión fiscal y déficit destinada a reactivar la economía, tuviera que iniciar un rápido proceso de ahorro y consolidación para intentar reconducir una situación fiscal que se estaba deteriorando muy rápido. Sin duda, aquí estuvo uno de los grandes aciertos del sexenio: si no llega a ser por los ingresos extras derivados de la reforma fiscal, la economía mexicana habría quebrado y habría entrado en una recesión.

Aun así, el recorte del gasto público en determinados rubros, sobre todo en el de inversión física, significó que varios proyectos de infraestructura de carreteras, puentes, puertos, aeropuertos y ferrocarril tuvieran que ser cancelados, llevando a la construcción, sobre todo civil, a una profunda recesión de la que aún no sale. A su vez, los “gasolinazos”, destinado a incrementar los ingresos públicos, también ocasionaron efecto contraproducentes sobre la economía: por un lado, generó inflación, lo que volvió a deprimir a los ingresos en términos reales y a desvanecer al gasto de consumo; por otro lado, obligó a Banxico a subir las tasas de interés de manera precipitada, lo que encareció el precio del dinero e inhibió el gasto consumo privado y la inversión. La llegada de Trump y el derrumbe del peso derivado de sus amenazas y de la renegociación del TLCAN fue la puntilla a una economía que ya andaba renqueante.

Por tanto, al gobierno del PRI, aunque pretendió hacer bien las cosas, no le fue bien en el sexenio: hubo errores claros de política económica. Y también bastante mala suerte con el comportamiento de los precios del petróleo, que sucedió en el peor momento, cuando se encontraba en una etapa de política fiscal expansiva. Sin crecimiento, al PRI también le cobraron otro de los pendientes que tienen la economía mexicana, quizás el más grande junto a la corrupción y la violencia: el combate contra la pobreza. El electorado, harto de todo eso, esta vez se lo cobró caro al PRI, centavo a centavo y voto por voto. Y así le fue.

INFOGRAFÍA

El Nuevo PRI de Peña Nieto prometió que, con el Pacto por México, la economía mexicana entraría en una senda de rápido desarrollo y crecimiento. La meta era crecer al 5% al final de sexenio. La realidad es que en lo que llevamos de sexenio la economía ha crecido un 2.5% en promedio y acaba su mando con una economía en bajo crecimiento: tras crecer 2.0% en 2017, se espera 2.3% para este año…

PRI

Fuente: Inegi

… varias cosas fallaron: aplicar de manera simultánea todas las reformas económicas trajo muchos costos en el corto plazo, aunque cuando se materialicen, para el mediano y largo plazo, pueden traer beneficios. Pero además, el PRI, que prometía grandes proyectos de vivienda e infraestructura como motores de desarrollo, fracasó estrepitosamente en este rubro….

PRI

Fuente: Inegi

… la mala suerte quiso que, a mitad de su sexenio, se cruzara un espantoso derrumbe del precio del petróleo. De más de 100 dólares el barril, el WTI pasó a niveles inferiores a los 30 dólares. Eso forzó al gobierno a implementar un agresivo ajuste fiscal, y esa política restrictiva del gasto terminó pesando en la economía, sobre todo en la obra civil, que cae a ritmos de doble dígito…

PRI

Fuente:Bloomberg

… el magro crecimiento económico no logró aliviar uno de los grandes pendientes de la economía mexicana, junto con la corrupción y la violencia. Se trata de la pobreza: pese a los cambios metodológicos, la realidad es que en el 2016, 53.4 millones de mexicanos seguían en la pobreza, comparado con 53.3 millones en 2012. Al inicio de sexenio, en 2014, llegó a los 55 .3 millones.

PRI

Fuente: Coneval

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