La inesperada dimisión de la alemana Sabine Lautenschláger del Consejo Ejecutivo de seis miembros del Banco Central Europeo (BCE), más de dos años antes de que finalizara su mandato de ocho años, ha sacado a la luz un conflicto latente del BCE. La discordia enfrenta a los del norte de Europa, de postura más agresiva, contra los sureuropeos, más prudentes.
A diferencia del anterior conflicto de la zona del euro, en el que Grecia, Italia y España eran deudores que tenían que seguir las órdenes de sus acreedores del norte de Europa, esta vez los sureños están ganando la batalla. Después de todo, fue un presidente italiano, Mario Draghi, el que empujó al BCE a una expansión cuantitativa y unos tipos de interés negativos, medios poco ortodoxos para contrarrestar el lento crecimiento y la deslucida inflación.
Francia combina norte y sur, pero el presidente francés Emmanuel Macron no va a respaldar la política económica y monetaria reaccionaria de Alemania. Macron bloqueó el nombramiento del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, como sucesor de Draghi, consiguiéndole el puesto a su compatriota, la presidenta del FMI, Christine Lagarde, colocando una dirigente de postura prudente al timón del banco central.
Draghi, por su parte, dobló su estrategia mientras salía por la puerta. En la reunión de política monetaria del BCE de septiembre, impulsó un recorte de los tipos de interés de los depósitos bancarios, hundiéndolos aún más en territorio negativo. También relanzó el programa de compra de activos del banco.
El programa de compra de bonos es lo que desencadenó la dimisión de Lautenschläger, interfiriendo en la delicada danza del personal para mantener equilibrado el comité del BCE. También provocó una caída de la moneda única, que aún no se ha recuperado.
Los ministros de finanzas de la zona euro habían decidido sustituir a Benoét Cáuré, cuyo mandato concluye en diciembre, por Fabio Panetta, vicegobernador senior de la Banca d'Italia.
Así, Francia e Italia seguirían teniendo representación en la comisión. Alemania también, como la mayor economía de la UE, se siente con derecho a representación, por lo que el sustituto de Lautenschláger tendrá que ser alemán.
Dada la actual disparidad de género en el BCE — Lautenschäger es la única mujer en el consejo de Gobierno de 25 miembros, y la llegada de Lagarde ni se acerca a una paridad—, la preferencia sería por una mujer alemana.
Esa elección indicará lo dispuestos que están los líderes de la UE a frenar la crisis que se está gestando. Alemania tiene la oportunidad de retirarse y lamerse las heridas hasta que esté de nuevo en una posición más fuerte mediante el nombramiento de alguien más prudente.
Por supuesto, en Alemania, ése es un término relativo. Claudia Buch, vicepresidenta del Bundesbank, probablemente caería en la categoría de los agresivos. En 2014 sucedió a Lautenschläger en ese puesto, cuando este último se marchó al BCE, y ha trabajado codo con codo con el superagresivo Weidmann desde entonces.
Buch había sido miembro del Consejo Alemán de Expertos Económicos (conocido popularmente como los Cinco Reyes Magos) durante dos años y suena como posible candidato al puesto del consejo del BCE que finalmente recayó sobre Lautenschläger.
Isabel Schnabel, una profesora de Bonn que se unió al Consejo de Expertos Económicos cuando Buch se marchó, también se ha barajado como una posible candidata. Puede que sea algo más prudente que Buch, pero también ha sido crítica con la política monetaria del BCE. Una tercera posible candidata es Elga Bartsch, que actualmente es jefa de investigación macroeconómica en Blackrock (NYSE:BLK) tras una carrera en Morgan Stanley (NYSE:MS).
Las tres mujeres tienen doctorados en economía y aportarían una perspectiva diferente de la de Lautenschäger al BCE. Su formación es en supervisión bancaria (dirigió el Consejo de Supervisión del BCE durante años).
Al menos, sus posturas de política monetaria podrían tener más matices. (Para que conste, los posibles candidatos masculinos son el director del think tank Marcel Fratzcher, el funcionario del Ministerio de Finanzas J. Kukies y el profesor de Fráncfort Volker Wieland).
El nuevo economista jefe del BCE, el exgobernador del Banco Central de Irlanda, Philip Lane, se considera más prudente que su predecesor holandés, Peter Praet, mientras que el italiano Panetta, como buen ciudadano de la Europa meridional, pertenece por definición a la categoría de prudente.
Prudente o no, el recién constituido Consejo de Gobierno tendrá que lidiar con una creciente oposición en Alemania — no sólo entre los responsables de la política monetaria, sino entre los banqueros e incluso el público— a la política monetaria acomodaticia del BCE. Lagarde necesitará todas las habilidades diplomáticas que se le atribuyen para abarcar esta creciente brecha entre norte y sur.