Argentina se encuentra camino a su quinto blanqueo desde la vuelta a la democracia en 1983. Cada uno de los blanqueos anteriores consiguió exteriorizar entre 4000 y 5000 millones de dólares. La diferencia hoy es que el mundo parece encaminarse a una situación de muchísima más transparencia, en la que se intercambiaría información financiera sensible (entre otros, titulares y saldos de cuentas de banco y de broker) de manera automática. Pero a no confundirnos: el eventual éxito de este blanqueo no es tanto la convicción de que sea una buena idea estar en blanco sino porque aparece como muy riesgoso seguir estando en las sombras, por la posibilidad de ser encontrado.
Ahora bien, imaginemos por un instante que el total del dinero negro de la Argentina fuera exteriorizado o “blanqueado”. ¿Qué pasaría al cabo de un año? La respuesta es sencilla: volvería a haber un gran caudal de dinero negro, porque la Argentina es una gran máquina que así lo genera. ¿Cuál es el motivo? Uno muy simple: los altísimos impuestos que cobra el estado.
Dado que el país genera constantemente dinero negro, ¿qué estructuras para albergar ese dinero se utilizarán? ¿Existe una estructura óptima para este fin? Esta es una pregunta de la cual poco se habla pero que amerita que se le dedique un buen tiempo de análisis.
El estado se queda con aproximadamente el 50% de lo que generan los privados. Esto es lo que sucede cuando se toman en cuenta el impuesto al valor agregado, el impuesto a las ganancias, el impuesto a los débitos y los créditos (conocido como el impuesto al cheque), los ingresos brutos y los diferentes impuestos laborales escondidos detrás de cargas sociales y/o aportes. No estamos teniendo en cuenta las contingencias laborales que corre cualquier PyME, ya que el hecho de tener a todos los empleados en blanco no evita de ninguna manera que la empresa pierda todos y cada uno de los juicios que le inicien los empleados.
Como podemos ver, la Argentina genera negro porque los privados simplemente intentan esquivar los tentáculos de un estado voraz, que es especialista en gastar (o mejor dicho dilapidar) el dinero ajeno.
El blanqueo que está buscando el gobierno, no parece apuntar de ninguna forma a reducir el gasto estatal. No parece haber ninguna indicación de que ahora el estado buscará ahorrar o achicarse, de manera de buscar bajar impuestos y dejar de castigar al sector privado. Sólo alcanza con ver que el déficit fiscal como porcentaje del producto será prácticamente igual este año al del año pasado, y que no presenta muchas mejoras para el año que viene.
En consecuencia el estado tiene hoy una particular amenaza extorsiva entre manos. Le dice a sus contribuyentes: “Exteriorice porque de lo contrario, lo vamos a encontrar y en caso de que tenga la suerte de no ir preso, cuando sumemos todas las penalidades correspondientes, va a perder cerca del 100% del patrimonio por el que trabajó toda la vida.” Interesante proposición, ¿verdad?
Como argentinos tenemos que cumplir nuestro deber de pagar impuestos y la equidad social es un motivo justo. Pero también es cierto que el estado no puede avasallar a los privados con impuestos abusivos y un gasto sin fin. Mientras lo siga haciendo, la máquina de generar dinero negro, no se detendrá.
Comentario de Mercado:
Continúa la embestida bullish del S&P 500. De forma protectiva, se debe postergar todo escenario bajista en caso de que el índice supere los máximos del viernes último.
Los argumentos bajistas no han cambiado, pero al mercado esto parece no interesarle. El S&P500, junto con el Dow Jones Industrial Average parecen disasociados del resto de los mercados mundiales. Una continuación alcista impondrá la necesidad cubrir cualquier posición short, de forma preventiva. No hay mucho más por esperar.