No hay una manera segura de predecir una burbuja en la fabricación de cualquier clase de activos, pero hay algunas señales de advertencia bastante similares que surgían antes de que el valor de un activo se inflara más allá de las normas realistas. La última evidencia de una posible formación de burbuja proviene del llamativo éxito de ciertas ofertas públicas de venta (OPV).
La más reciente es la del fabricante de software de datos en la nube Snowflake (NYSE:SNOW), cuya subida en su primer día de cotización en bolsa duplicó su precio de salida. Esa subida del 104% tras la campana de apertura ha sido la más pronunciada en una salida a bolsa de 1.000 millones de dólares o más en una bolsa estadounidense, y la mayor desde que la compañía de alquiler de equipos Herc Holdings (NYSE:HRI), con sede en Florida, saliera a bolsa en 2006, según datos de Bloomberg.
El mismo día, Jfrog (NASDAQ:FROG), que fabrica herramientas para desarrolladores de software, se disparó un 47% en su salida a bolsa después de que su oferta pública inicial de venta recaudara 509 millones de dólares. Además de estos dos últimos ejemplos, ha habido muchas OPV este año que mostraron que los inversores están haciendo cola para hacerse con una parte de lo que esperan que podría ser el próximo Zoom (NASDAQ:ZM) o Amazon (NASDAQ:AMZN).
La firma de biotecnología CureVac (NASDAQ:CVAC) se disparó un 249% en el primer día de negociación, mientras que la empresa de software como servicio Bigcommerce (NASDAQ:BIGC) subía un 201% y la firma de biotecnología Berkeley (LON:BKGH) Lights (NASDAQ:BLI) avanzaba un 197%.
El insaciable apetito de los inversores por el crecimiento y las condiciones monetarias fáciles son quizás las dos razones más importantes por las que estas OPV atraviesan una época de bonanza. El récord registrado un primer día de cotización en una salida a bolsa está en alrededor del 14%. Este año, esa media asciende a un 36%, según el rastreador de OPV Renaissance Capital.
Viabilidad a largo plazo
Por supuesto, es casi imposible predecir cuál de estas empresas tendrá éxito y cuál dejará a sus inversores en problemas. La historia, sin embargo, nos dice que el éxito temprano de una OPI no es garantía de la viabilidad a largo plazo de la empresa.
Un análisis Bloomberg de las empresas que han salido a bolsa desde la crisis financiera y se dispararon más de un 100% en su primer día de cotización muestra que la mayoría de las acciones han descendido desde su oleada inicial. Según una investigación de Renaissance, publicada por la CNBC.com, las otras 11 OPV de este año que han subido más del 100% en el primer día han ofrecido en general un rendimiento del -1% desde el cierre del primer día.
El culpable habitual de la debacle de cualquier OPV ha sido la quema de efectivo que los inversores ignoran inicialmente, ya que estas empresas muestran un camino cargado de deudas hacia el crecimiento. Snowflake, por ejemplo, es un gran negocio con un fuerte impulso de crecimiento, pero la compañía aún no ha reportado ganancias y sigue quemando dinero en efectivo.
Y el frenesí de compra de los inversores ha alimentado su capitalización de mercado a más de 70.000 millones de dólares, seis veces por encima de lo que recibiera en una ronda de financiación privada en febrero. Eso significa que la directiva está ahora bajo mucha presión para sobresalir con su actuación ya que la acción del precio del miércoles ha valorado a la empresa en más de 70 veces las ventas futuras. Zoom Video, una de las OPV más de éxito del año pasado, opera en sólo 40 veces las ventas futuras.
En conclusión
Invertir en OPV puede ser una apuesta exitosa a corto plazo, especialmente cuando hay mucho dinero persiguiendo unas pocas ideas nuevas, pero esa euforia inicial podría no durar para siempre. Los inversores deben considerar estas oportunidades con una buena dosis de escepticismo. Los precios de las acciones no pueden seguir creciendo a un ritmo endiablado eternamente y estas empresas tienen por delante un duro camino hasta mostrar una rentabilidad sostenible.