Esta semana se dieron a conocer varios índices entre los que se destaca el indicador industrial de FIEL con una variación negativa del 3,6% en el mes de mayo, mientras que analizando el periodo enero-mayo, la cifra se eleva al 1,9% interanual. Por otra parte, el INDEC publicó el Índice de Intercambio Comercial en el que se destaca que en mayo, la balanza comercial marcó un superávit de US$ 439 millones, en el que se registró un aumento de 2,7% en las exportaciones y una disminución de 1,8% en las importaciones, interanualmente. A su vez, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos también publicó el informe de Balanza de Pagos del primer trimestre de 2016, en el que se observa un déficit en la Cuenta Corriente de US$4.013 millones. Sin embargo, el resultado es 19% inferior comparado contra igual período de 2015. En contrapartida, la Cuenta Financiera registró un ingreso neto de US$8.510 millones, obteniendo como resultado un incremento en las Reservas Internacionales del BCRA de US$4.008 millones.
En cuanto a la política monetaria, se logró reducir el ritmo de emisión al 25% anual por primera vez desde enero de 2015 a pesar de que la entidad liderada por Federico Sturzenegger, volvió a reducir la tasa de interés de las Lebacs. En esta ocasión fue por 75 puntos básicos para la Letra a 35 días quedando en 31,5%. La razón de la baja continúa siendo la disminución de la inflación núcleo y de la expectativa de inflación que se ubica en el 25% para los próximos doce meses según un estudio realizado por UTDT. Por otro lado, el dólar reaccionó contra la baja de tasas y se disparó hasta los $15,12, aumentando un 7,46% esta semana y retornando a niveles de mediados de marzo. Esto ayudará a recuperar parte de la competitividad cambiaria que había sido perdida en las últimas semanas como consecuencia de una aceleración del proceso inflacionario y una cotización de la divisa que se mantenía deprimida.
En relación a la deuda es importante destacar que el Gobierno argentino logró un nuevo acuerdo con el fondo Greylock Capital, tenedor de deuda en default, con el que se llegó al acuerdo de abonar US$95 millones mediante el pago de bonos a largo plazo.
En el plano internacional la noticia más importante de la semana y que probablemente sea la más relevante del año vino desde el Gran Bretaña. En el tan esperado referéndum, el Reino Unido votó con un 52% a favor del “Brexit”, es decir, para salir del bloque de la Unión Europea. El ajustado resultado confirmó el temor de muchos y provocó múltiples consecuencias. En el plano político, el Primer Ministro Cameron anunció su renuncia para octubre próximo dado que, siendo un convencido partidario de la permanencia del Reino en la Unión, no se siente en condiciones de continuar guiando el destino de la nación. El escenario de incertidumbre se apoderó al instante de casi todos los mercados del mundo y provocó el hundimiento de la libra esterlina en un 10%, tocando su cotización mínima de los últimos 30 años; mientras que distintas bolsas de valores del mundo se derrumbaron: España -12,35%, Italia -12,5%, Francia -8%, Japón -7,9%, Alemania -6,8% y el índice norteamericano Dow Jones -3,4%.
La recesión industrial se prolonga
Con nuevos datos de evolución de la producción industrial, el panorama recesivo del primer trimestre parece extenderse bastante más allá, profundizándose aún más durante el segundo, y sin claras perspectivas de recuperarse una vez entrado el tan ansiado segundo semestre.
Los datos de mayo del Índice de Producción Industrial elaborado por FIEL marcaron una caída mensual de 2,2% en el índice general desestacionalizado, profundizando la caída de 0,9% mensual de abril. En términos interanuales, la caída fue menor al 5,2% de abril, aunque significativa de todos modos: 3,6%. La serie alcanza así dos meses consecutivos de caída en la serie desestacionalizada, sin llegar a encadenar tres períodos positivos desde principios de 2013. Observando el nivel de producción en el gráfico del índice, es visible que los volúmenes actuales son similares a los producidos durante 2007. En otras palabras, la industria, en promedio, no ha crecido absolutamente nada por casi 10 años.
En rigor, se observa que luego de la crisis del 2009 se vio un fuerte impulso de recuperación, pero éste es interrumpido con claridad en 2010, permanece estancado por cerca de 4 años, y sufre una caída de aproximadamente 10% al momento en que el gobierno anterior decide devaluar la moneda sin mayores cambios en la política fiscal o monetaria. Desde diciembre del año pasado, por otro lado, el nivel de producción industrial registró algo así como un 2,5% de caída.
Los efectos del cambio de política económica implementados a lo largo del primer y segundo trimestre merecen sin embargo un análisis más detallado que simplemente ver la evolución agregada del sector. Los bienes de consumo no durable lideraron la expansión de la producción industrial durante los primeros 3 meses del año — impulsados por mejor competitividad cambiaria y menor presión impositiva, con especial aumento en la producción de aceites—; los meses de abril y mayo sin embargo mostraron una caída cercana al 5%. Efectivamente, las lluvias de abril incidieron fuertemente sobre la producción del sector alimentario, que cayó un 7,1% interanualmente. El clima presentó un gran problema para la cosecha gruesa, que en muchos casos no pudo ser retirada del lugar producción — los embarques terminaron cayendo cerca de un 40% debido a este factor—. Lo mismo ocurrió con la producción de leche. La faena vacuna también mostró un retroceso, aunque en este caso también influye una retención de vientres; en otras palabras, el sector está respondiendo a los cambios de rentabilidad ampliando el stock ganadero, lo cual puede marcar expectativas de expansión de la producción en el mediano plazo.
Otro sector con una expansión considerable durante los primeros meses fue químico y plástico, aunque el crecimiento se ha vuelto nulo hacia abril. También los insumos textiles lograron mantener relativamente la producción, con una variación de 1,3% en el acumulado de los primeros 5 meses del año. Fuera de estos sectores, todo el resto permanece en estado recesivo. La producción de automóviles está logrando amortiguar la enorme caída que ha sufrido el último tiempo — mientras en enero caía al 30%, ahora lo hace al 10%—, pero la producción nacional no parece recuperarse al ritmo que lo hacen los patentamientos, que crecieron 13% interanual en abril, lo que indica un incremento en el componente importado de Brasil.
Pero automóviles no es el único sector en dificultades. Siderurgia y metalmecánica presenta caídas muy pronunciadas, que no tienen señales claras de desacelerar en el corto plazo. Una caída en la demanda internacional y en la local, fundamentalmente por el fuerte freno de la construcción, hizo que el sector siderúrgico cayera 11% en el acumulado de los primeros 5 meses. Metalmecánica, por su lado, cayó 7% en el mismo período, en sintonía con una fuerte caída en bienes de consumo durable y bienes de capital. Con el mencionado freno en la construcción, los despachos de cemento se redujeron cerca del 27% en abril; caída potenciada también por el efecto climático. En el último mes, el IPI fue impulsado hacia abajo también por una muy fuerte reducción en la producción de cigarrillos, que alcanzó un 40% después de un aumento de precios — que se reflejó en un incremento de más de 30% mensual en el rubro de bebidas y tabaco del IPC de la Ciudad de Buenos Aires—.
Como se ve, la industria se encuentra en caída desde mediados de 2015, con un nuevo piso desde el 2014, y en niveles equivalentes a los del 2007. En el corto plazo, cualquier tendencia positiva vendrá de una amortiguación en la caída de automóviles, una continuación del desempeño positivo de alimentos, y principalmente de una reactivación de la construcción una vez que los planes de obra pública del gobierno se pongan en marcha hacia fines de año — o principios del 2017—. Mientras tanto, la recesión industrial se extiende y profundiza.