Finalmente, al cabo de transcurrido un mes en el gobierno, el Ministro de Hacienda y Finanzas Públicas presentó los números fiscales del año 2015 en una conferencia de prensa en la cual explicó el “Plan fiscal y metas de inflación 2016-2019” junto al Secretario de Política Económico y el Secretario de Hacienda. Si bien ese era el título de la conferencia, sobre el final de la misma, aclaró que se trataba más bien de la presentación de los objetivos fiscales y de inflación para los 4 años de gestión y que “hay una gran diferencia entre un programa y objetivos”.
Enfocando en los números, se comenzó por dejar en claro cuál es la herencia recibida de la anterior administración en el frente fiscal. En este sentido, según los números de Kicillof los gastos nacionales llegaban al 26,7% del PBI mientras que los ingresos alcanzaban el 24,4%. De estos números surgía un déficit primario del orden del 2,3%. Sin embargo ambos números (gastos e ingresos) deben ser corregidos. Con respecto a los ingresos es sabido que una “técnica” del anterior gobierno fue presentar ingreso que deberían ubicarse “por debajo de la línea”, por ser fuentes de financiamiento, como ingresos corrientes. Estos son las transferencias de organismos como el BCRA y la ANSES (mediante el Fondo de Garantía de Sustentabilidad). Por el lado de la entidad monetaria es preciso descontar ingresos por el orden del 1,5% del PBI mientras que a lo largo del 2015 el FGS transfirió a las arcas del tesoro un monto equivalente al 1% del PBI. Así, ya por el lado de menores ingresos se obtiene un déficit primario que en lugar de ubicarse en el 2,3% se acerca al 4,8% del PBI (el doble). Pero hay más. Según el trabajo que estuvo realizando en estas semanas la Secretaría de Hacienda, el agujero fiscal se incrementaría adicionalmente por el cómputo de gastos que no habían sido registrados oportunamente. Estos gastos adeudados constituyen lo que se conoce como “deuda flotante”, es decir, deuda de corto plazo con proveedores que se genera por el simple hecho de no disponer de caja suficiente. Se estima que por este concepto los gastos se incrementaron en 2015 por 1,1% del PBI (alrededor de 110 mil millones de pesos). En resumidas cuentas, menos ingresos por aproximadamente 2,5% del PBI y mayores gastos por 1,1% del PBI terminan arrojando un déficit real heredado del 5,8%. Es decir que el nuevo gobierno, al entrar al Ministerio de Hacienda, se encontró con un déficit primario real superior en un 152% al aparente.
A este bache fiscal heredado es necesario adicionarle algunas “medidas de normalización”, en términos de Prat Gay, que ya comenzaron a aplicarse o que están prontas a aplicarse, en cuanto comience a sesionar el Congreso de la Nación, y que implican una ampliación del rojo fiscal. En este sentido se identifican tres fuentes que harán caer los ingresos y una que hará subir el gasto. Por el lado de los ingresos se tiene: las devoluciones que deberá hacer AFIP por percepciones de impuesto a las ganancias que no correspondían, la reducción de retenciones y la eliminación del IVA a los productos de la canasta básica para sectores vulnerables de la población. Por el lado de los gastos se encuentra la ampliación de los beneficios de la denominada “AUH” para abarcar a los monotributistas. Con estas dos categorías se suma un 1,3% más al rojo fiscal y de esta manera se configura el escenario base sobre el cual deberá hacer las correcciones la nueva administración: un déficit fiscal primario del 7,1% del PBI, el más grande de los últimos 30 años.
Hecho el diagnóstico, se procedió a presentar el objetivo para el año 2016 y una proyección hasta el 2019. En resumidas cuentas, el objetivo del Ministerio de Hacienda es reducir el déficit en 2,3% del PBI durante 2016 para luego hacerlo a un ritmo del 1,5% del PBI en los años siguientes y llegar al 2019 con un déficit primario insignificante (0,3%), es decir, a una situación de equilibrio fiscal. ¿Cómo se hará “el ajuste”?. Para el corriente año se proponen reducir gastos por un 1,5% del PBI mediante la eliminación focalizada de subsidios económicos (principalmente energía) y por 0,8% del PBI mediante el “reordenamiento del gasto”. Con este eufemismo Prat Gay hace referencia básicamente a licitaciones irregulares, reducción de “personal innecesario” y “retornos” en la obra pública (corrupción). Con estos recortes, el gobierno espera cerrar el año con un déficit primario del 4,8% del PBI.
Con respecto a la reducción de los años posteriores no se dieron mayores detalles. Sólo se insinuó que sería más por un efecto de crecimiento del PBI que por esfuerzos propios de la gestión en reducir gastos. 2016 no será el año del crecimiento y desde el equipo económico estiman que se podría comenzar a crecer recién a partir del segundo semestre por lo que necesariamente la reducción del desequilibrio fiscal deberá recaer sobre los “recortes” de gasto. De todos modos, para lograr una reducción del 1,5% del PBI sin ajustar gastos será necesario un crecimiento económico muy importante. “Así como hicimos shock para eliminar el cepo, somos gradualistas para corregir la herencia fiscal” dijo Prat Gay en la conferencia de prensa. El objetivo está claro: equilibrar las cuentas públicas a lo largo de los cuatro años del gobierno del Presidente Macri.