Hay gente que escucha a Boris Johnson como si fuera alguien a quien tomar en serio. Algunos de ellos incluso escriben comentarios sobre el mercado de bonos.
Por eso, cuando el primer ministro británico dijo el domingo que se avecina un "maremoto" de infecciones de COVID-19 a causa de la variante Ómicron, sus declaraciones se consideraron una de las razones por las que el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años perdió más de 7 puntos básicos el lunes, acercándose al 1,41% hacia el cierre de la jornada.
Puede que Johnson tenga razón, pero su historial de predicciones sobre el COVID ha sido cuando menos irregular. Recordemos que fue Johnson quien se basó en las proyecciones profundamente erróneas del profesor británico Neil Ferguson para iniciar los draconianos confinamientos del Reino Unido el año pasado (de hecho, muchos países se basaron en estos cálculos tan erróneos).
El primer ministro del Reino Unido ha sido errático en sus políticas y en su propia observancia de las mismas, por lo que su advertencia debería verse desde esa perspectiva.
Los bonos del Tesoro esperan la reunión de la Fed, pero todo apunta a una mayor volatilidad en los mercados mundiales
El rendimiento de los bonos del Tesoro probablemente reaccione a la reunión de esta semana de los responsables de política monetaria de la Reserva Federal, ya que los inversores se preparan para el tan esperado anuncio de que el banco central estadounidense acelerará la reducción de sus compras de bonos y será más agresivo en sus previsiones sobre los tipos de interés.
La inflación compite con el COVID como principal preocupación de los inversores aunque, por supuesto, están relacionados, ya que la pandemia actual exacerba la escasez de mano de obra y suministros y la inflación.
Existe una escuela de pensamiento —propagada por JPMorgan (NYSE:JPM) entre otros— que afirma que la variante Ómicron del virus es una buena noticia porque, aunque parece ser más transmisible, sus síntomas parecen ser menos graves y podría significar que la mutación está diluyendo el impacto del coronavirus. Los inversores parecen estar de acuerdo, ya que las acciones registraron nuevos máximos históricos la semana pasada.
Una encuesta de Reuters realizada la semana pasada reveló que la mayoría de los expertos en acciones esperan que continúe la volatilidad en los mercados de bonos soberanos, con una tendencia al alza del rendimiento de los mismos debido a las presiones inflacionarias. La incertidumbre en torno al COVID y su impacto económico contribuirá a la volatilidad, según los encuestados.
Otra encuesta prevé que el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años subirá al 1,75%, luego al 1,90% y superará el 2% en los próximos trimestres. En la actualidad, ese rendimiento oscila en torno al 1,5%.
En Europa, las reuniones de política monetaria de esta semana del Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra también tienen a los inversores en vilo.
El rendimiento de los bonos alemanes a 10 años tendía a la baja el lunes, aunque todavía no alcanza el -0,4% de la semana pasada.
La incertidumbre en torno al impacto de la variante Ómicron podría llevar al consejo de gobierno del BCE a posponer la decisión sobre el fin de sus compras de bonos de emergencia hasta la reunión de política monetaria de febrero. Está previsto que el programa finalice el 31 de marzo y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha dicho que terminará entonces, pero la nueva variante del COVID aporta un nuevo factor.
El Reino Unido ha impuesto nuevas restricciones a causa del COVID, lo que pone en duda las posibilidades de que el Consejo de Política Monetaria del Banco de Inglaterra vaya a subir los tipos de interés esta semana. Todo apuntaba a que el banco central subiría los tipos después de que se retractara de hacerlo en su reunión de política monetaria de principios de noviembre.