Nos acercamos a la etapa final del año y la realidad es que la inflación sigue persistentemente alta, por lo que los bancos centrales continúan con su endurecimiento monetario a través de subidas de tasas de interés para debilitar la demanda. Sin embargo, esto toma tiempo en hacer su efecto y mientras se logra provocará ralentización de crecimiento en las economías, con el riesgo de una recesión.
A su vez hay que añadir los conflictos geopolíticos, principalmente la guerra de Rusia contra Ucrania, lo que acentúa la crisis energética, sobre todo en Europa. El tema político en Reino Unido parece hacer una pausa con la nominación de Rishi Sunak como nuevo primer ministro, el favorito de los mercados y del que se espera regrese la ortodoxia económica después del fallido plan de Liz Truss.
Además, China, la segunda economía mundial, aunque está llevando estrategias monetarias y fiscales para estimular su economía, no termina de recuperarse de las continuas restricciones y confinamiento por su política de cero Covid.
El PIB del gigante asiático alcanzó un crecimiento del 3.9% anual en el tercer trimestre, mejor que el pronóstico del 3.3% de los analistas, pero lejos del objetivo de crecimiento anual de 5.5% previsto por Pekín.
La política de cero Covid que mantiene el presidente chino, Xi Jinping, que ha paralizado grandes polos económicos como Shanghái, es la principal responsable de estos bajos crecimientos. Y el apoyo del Partido Comunista, que concluyó el fin de semana su XX Congreso con el nombramiento de Xi Jinping para un tercer mandato, a esta estrategia sanitaria no hace más que limitar las perspectivas de un repunte a futuro. En términos generales, al mercado no le gusta la ausencia de reformistas en el nuevo equipo que lidera China.
Por su parte, la publicación de los resultados empresariales del tercer trimestre serán una prueba de la resistencia de las compañías al actual entorno, lo importante serán los objetivos a mediano plazo que pronostiquen las compañías en sus informes.
En este sentido cobra fuerza la cifra del PIB de EUA del tercer trimestre. El indicador permitirá evaluar a los operadores el probable grado de impacto de las actuales subidas de tasas de interés por parte de la Fed. Después de dos contracciones continuas a tasas trimestrales anualizadas, la expectativa es que avance 2.3%.
Con el simple hecho de ubicarse en terreno positivo, podría ayudar a calmar el nerviosismo de que todavía se encuentra lejos de una recesión económica.
La reacción de los mercados financieros al dato es incierta. Hay posibilidades de que, si el indicador supera las expectativas, los inversionistas salgan de activos riesgosos, provocando caídas en activos como bolsas de valores y monedas, debido a que especularían con la idea de que la Fed continuará con su endurecimiento monetario ya que la demanda agregada sigue sólida.
Por otro lado, en caso de quedar por debajo de lo pronosticado, a pesar de incrementar los temores de recesión, podría presentarse un rally favorable si se interpreta como que la autoridad monetaria estadounidense tendría que moderar su ritmo de alza de tasas en el corto plazo.
En cualquier caso, el dato no implicará cambios en las apuestas sobre lo que haría la Fed en su reunión del 02 de noviembre, donde está más que descontado un incremento de 75 puntos base. Pero sí podría mover percepciones sobre el encuentro de diciembre, donde actualmente el mercado se encuentra muy dividido sobre un alza de 50 o 75 pbs. De hecho, recientemente el diario 'Wall Street Journal', medio impreso que usa la Fed para filtrar información, publicó un artículo de que el banco central estadounidense está planteándose frenar su ritmo de endurecimiento monetario para comprobar su efecto sobre la inflación. Según el rotativo, el banco central reducirá el ritmo de subida de los intereses hasta 50 puntos base en diciembre.