El Índice Merval cerró la última jornada del año con una variación negativa del 0,19%, alcanzando los 11.675,2 puntos básicos, acumulando en el año una variación de 36,09% en moneda nacional y 15,70% en dólares (a tipo de cambio oficial).
El año bursátil arrancó lateral, como normalmente sucede a principios de enero pero todo cambio cuando el 18 de ese mes murió el fiscal Alberto Nisman. Ese hecho fue mal manejado por el gobierno y aprovechado por Macri y Massa en términos políticos de tal manera que comenzó a verse una disminución del caudal de votos de Scioli en las encuestas y un aumento significativo de los números electorales de Massa y (sobre todo) de Macri. Las acciones bancarias, eléctricas, siderúrgicas y comerciales tuvieron un gran rally alcista en el cual prácticamente todas llegaron a máximos históricos. Eso sucedió hasta mayo, cuando el tema ‘Nisman’ dejó de ser ‘de actualidad’ y quedó relegado a un costado por parte de los medios de comunicación y de la llamada ‘opinión pública’.
A partir de ese momento Scioli comenzó a recuperar terreno fuertemente en las encuestas electorales y la bolsa cayó como consecuencia de la posibilidad de que Scioli ganara las elecciones en primera vuelta con una diferencia lo suficientemente grande como para evitar el ballottage.
Las elecciones primarias, realizadas en agosto no hicieron más que confirmar los ‘miedos’ de la bolsa, que profundizó su canal bajista llegando a un mínimo el día en que salió la resolución número 646 de la CNV obligando a los fondos de inversión a valuar sus tenencias en dólares a tipo de cambio oficial.
A partir de ese mínimo, la bolsa comenzó a recuperarse, aunque durante los últimos 10 días anteriores a las elecciones simplemente lateralizó a la espera de los resultados de la primera vuelta electoral. Lo esperado, según las encuestas electorales, era un Scioli ganador en primera vuelta por una diferencia de 6 puntos o más pero cuando esos resultados vinieron mucho mejor a lo esperado, el lunes posterior a las elecciones la bolsa explotó en una euforia alcista que se llevó todo por delante, el Merval rompió record tras record y parecía que la suba no tendría fin, la volatilidad se volvió muy alta y nuevamente se cumplió lo que dijo Alan Greenspan en 1996 cuando habló de la “exuberancia irracional” de los mercados. Por momentos parecía que los inversores compraban acciones sin mirar el precio o que desconocían las reglas básicas de la bolsa (alzas y bajas) y es justamente en ese momento cuando tenemos que tener control emocional y aplicar la frase de Warren Buffet que dice “sé temeroso cuando todos los demás son codiciosos y sé codicioso cuando todos los demás son temerosos”. Obviamente, es emocionalmente muy difícil vender cuando los precios parecen no tener techo pero en ese momento es cuando tenemos que aplicar otra ‘frase célebre’ de la bolsa (que afortunadamente existen por ser 100% reales) y que afirma que un inversor debe ‘comprar con el rumor y vender con la noticia’. Varios días antes de las elecciones, la bolsa ya nos venía dando claras señales de que anticipaba un ballottage. Si uno miraba las acciones bancarias y eléctricas veía que se movían al alza de una manera muy clara mientras que en los medios de comunicación solo se hablaba de si habría ballottage o no. El viernes anterior a la primera vuelta, la acción de Pampa cerró en record histórico y la acción de Grupo Financiero Galicia (BA:GFG), que había estado desarrollando un rectángulo durante meses, lo rompió de manera alcista. El mercado dio señales y anticipó un ballottage con Macri victorioso pero cuando eso efectivamente sucedió, ya no era más rumor, ahora era noticia y por lo tanto ya estaba todo dicho… había que vender.
Eso dio origen a la ‘toma de ganancias’ que vimos durante todo diciembre, la cual fue acompañada por una fuerte caída en las acciones petroleras, que desafortunadamente tienen una alta ponderación en nuestro índice y lo tiraron muy abajo, pero si miramos los gráficos de las acciones que no pertenecen al sector petrolero veremos que solo Pampa y Francés se salieron de la estructura alcista desarrollada a partir de la primera vuelta electoral y que todas las demás han realizado una ‘saludable’ y necesaria toma de ganancias, retornando a su media móvil de 50 ruedas y preparándose para un nuevo tramo alcista a iniciarse a medida que las decisiones del gobierno y los balances de las empresas vayan confirmando lo que los inversores vinieron anticipando durante estos últimos dos meses.
Es muy notoria la manera en la que cayeron los rendimientos de nuestros bonos en dólares durante este último mes (Esta caída en el rendimiento se debe al aumento de las cotizaciones de nuestros bonos en dólares, los cuales en este momento, cotizan todos ‘sobre el par’). Esto nos habla a las claras de una gran caída en la percepción del ‘riesgo argentino’ por parte de los inversores, tanto nacionales como extranjeros, quienes ven para el 2016 un arreglo con los Holdouts y futuras emisiones de deuda argentina a tasas más bajas que las actuales. Ante este escenario y sabiendo que es muy probable que durante 2016 el gobierno argentino emita bonos en dólares a tasas del 7% o menores, es de sentido común que todos los inversores se abalancen sobre aquellos bonos argentinos que paguen tasas mayores a esas (AO20, AY24, DICA). Como bien sabemos, cuando sube la cotización de un bono, disminuye su rendimiento y efectivamente fue eso lo que vimos durante estos últimos dos meses: Bonos argentinos como el DICA y AY24 que rendían un 9% anual (porque cotizaban ‘bajo el par’) ahora rinden un 7% anual o menos (porque cotizan ‘sobre el par’).
Sigue siendo una buena inversión comprar los bonos más largos, como el AY24, DICA o PARA (Rinden el doble que un alquiler brindado por una propiedad inmobiliaria) aunque también se han vuelto muy interesantes los rendimientos brindados por los bonos en pesos, sobre todo aquellos que pagan una tasa promedio de las Lebacs, como el AY16 o aquellos que pagan Badlar y que tienen vencimientos más largos, como el PR15.