No, Wall Street trastabilló hoy pese a que el rally continuó en las bolsas europeas, sobre todo en París y Francfort. En España e Italia ya se resintió algo de temor respecto a lo que podía suceder este domingo en Grecia. Y Wall Street, de plano, se paró. El cierre fue mixto: se salvó el Nasdaq, pero perdieron terreno tanto el Dow Jones como el S&P 500. Los reportes corporativos fueron mixtos, como el tono de la bolsa hoy: salieron mal UPS (-9.7%), en su peor jornada desde el 2008, y McDonald’s (-1.2%). Buenos, fueron, sin embargo los resultados de General Electric (+1.4%) y sobre todo Honeywell (+3.2%). En los datos económicos, las ventas de vivienda de segunda mano para diciembre resultaron un poco más débiles de los previsto, así como el reporte preliminar para enero del sector manufacturero de Markit Economics. El índice nacional de la Fed de Chicago se situó en enero en terreno negativo, lo que indica un crecimiento por debajo de su tendencia.
Al cierre de la sesión, el Dow 30 perdía un 0.79% para acabar en los 17,672.60 pts mientras que el S&P’s 500 bajaba un 0.55% y concluía en los 4,757.88 pts. El Nasdaq 100, sin embargo, lograba salvar la jornada: avanzaba un 0.16% y terminaba en los 4,757.88 pts.
Sin embargo, la semana salió bien por el rally de los cuatro primeros días: el saldo fue de un avance de 2.0% para el Dow Jones , un 3.0% para el S&P’s 500 y un 4.1% para el Nasdaq. En Europa, el índice que más brilló fue el de Milán, con un rally del 6.6% en tanto que París trepó un 6.0% y el Ibex-35 de Madrid un 5.4%.
Pese al tropiezo de hoy de Wall Street, los mercados globales, en general, disfrutaban un día más de rally que ayer detonó el Banco Central Europeo (BCE). Espectacular fue el rally del Dax de Francfort (+2.05%) y del Cac-40 de París (+1.93%). Sin embargo, en la periferia hubo algo de nerviosismo con lo que pueda suceder en las elecciones parlamentarias de Grecia el domingo.
El partido radical de izquierdas (Syriza), liderado por Alex Tsipras, reniega de las políticas de austeridad de Bruselas y se plantean una reestructuración de la deuda en la que se incluya una “quita”. La canciller alemana hace unos días, en un exabrupto, señaló que la eurozona, ahora sí, está lista para expulsar a Grecia, el llamado “Grexit”. Aunque luego se matizaron sus palabras, la realidad es que cualquier ayuda adicional a Grecia está condicionada a que se someta a los criterios de austeridad, algo que no está tan claro vaya a aceptar el probable próximo primer ministro.
Es más, Tsipras ha pedido la mayoría absoluta para no depender de las “órdenes extranjeras”, para contar con el mayor respaldo posible del pueblo griego para afrontar los muchos obstáculos que se le vendrán encima, un pueblo que sufre una crisis social con un tercio de las familias atravesando graves penurias económicas. Las encuestas están a un paso de darle la mayoría absoluta: le dan entre 146 y 147 escaños frente a los 151 que precisa para la mayoría absoluta. Esa posibilidad no parece por tanto inalcanzable, pero no sería bien recibida por los mercados, sobre todo por los países de la periferia geográfica: un respaldo sólido y firme le daría músculo para negociar con la troika las condiciones de nuevas ayudas, si es que Europa se las termina por conceder. En caso contrario, Grecia no aguantará muchos sin caer en “suspensión de pagos” porque, directamente, no tendrá recursos.
Por tanto, la semana terminó muy bien. El BCE cumplió. Pero los mercados europeos todavía no pueden cantar victoria. Como señalamos en una reciente nota, el destino de la eurozona no dependía sólo del BCE, sino también de los resultados electorales en Grecia.