El petróleo empieza la semana con una fuerte inestabilidad. El barril de West Texas está sufriendo un desplome de casi el 40% en el día, algo nunca visto hasta mínimos de dos décadas, en los 11,3 dólares, precios no vistos desde 1999. El Brent, de referencia en Europa, también acelera sus caídas, hasta el 6%, alrededor de los 26 dólares.
Las dudas siguen reinando en el mercado por un doble motivo estrechamente vinculado. Por un lado, la caída de la demanda y por otro, la falta de espacio para almacenar el crudo.
La semana pasada, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) calificó 2020 como “el peor año de la historia para el petróleo” y se refirió al presente mes como “abril negro”, alertando, además, de que el exceso de oferta pondría a prueba la capacidad mundial de almacenar crudo, con el riesgo de que la saturación en algunos yacimientos obligue a parar la producción.
Todo ello, a pesar de que la OPEP y sus principales aliados, con Rusia a la cabeza, acordaron a principios de mes una reducción de la producción de 9,7 millones de barriles diarios para compensar el desplome de la demanda originada por la crisis del coronavirus.