Luego de que el INDEC publicara la semana pasada el informe acerca la línea de pobreza e indigencia, el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) señaló que la remuneración promedio de los trabajadores informales alcanza los $6.342, es decir, la mitad del nivel de la línea de pobreza. En relación a esto, lo más importante de la semana fue la actualización de los indicadores de pobreza e indigencia. Este miércoles, el INDEC logró estimar los valores reales a través de la Encuesta Permanente de Hogares y se estableció que para el segundo trimestre de 2016 la pobreza fue de 32,2% e indigencia de 6,3% sobre el total de la población.
Durante la semana, el instituto de estadísticas publicó también varios indicadores acerca del nivel de actividad de la economía. Justamente, a través del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) informó que durante julio se observó una variación negativa de 5,9% interanual. Asimismo, en términos desestacionalizados, julio respecto de junio señala una recesión bastante menor: - 0,4%. Otro indicador que muestra este efecto es el Estimador Mensual Industrial (EMI), para el mes de agosto la actividad industrial cayó 5,7% respecto a igual mes del año pasado, mientras que, desde comienzo de año, la merma acumulada se encuentra en niveles de -4,2% interanual. Correlacionado a esto, según el estimador UCI, durante el octavo mes del año la Utilización de la Capacidad Instalada en la industria se ubica en un 63,6%, logrando una suba de 1,6% respecto de julio, aunque se encuentra en un nivel bastante bajo. Por otro lado, en el mes de agosto, el Intercambio Comercial Argentino, registró un superávit comercial de US$705 millones. Durante el mes, las exportaciones crecieron 12% interanual gracias al aumento del 12% en las cantidades vendidas al exterior mientras que, las importaciones disminuyeron 7,1% frente a igual mes de 2015 debido a la baja del 13% de los precios y al aumento del 6,7% de las cantidades importadas.
Por parte de la política monetaria, la Lebac a 35 días no ha visto modificaciones luego de ocho semanas consecutivas de recortes y se estableció igual que la semana pasada en 26,75% como consecuencia de que los datos de inflación mostraran “señales mixtas”. La operación significó la renovación parcial de los vencimientos, pero gracias a las operaciones en el mercado secundario se logró una contracción monetaria neta de $5.033 millones en la semana. Asimismo, el Banco Central anunció que a partir de 2017 la tasa de referencia para aplicar la política monetaria dejará de ser la de las Lebac a 35 días para ser la de los pases activos a 7 días. Asimismo, las licitaciones de Letras serán mensuales en vez de semanales. Por otro lado, en la conferencia de prensa, Sturzenegger convalidó que la meta inflacionaria para 2017 será una tasa que ronde entre una banda inferior del 12% y una superior del 17% anual.
Pobreza: la década perdida
Al igual que con las cifras de desempleo, el “blanqueo de la pobreza” vino a echar luz donde había oscuridad y cifras manipuladas desde hace 10 años. Si bien la última medición de pobreza del INDEC había sido publicada en el primer semestre de 2013, bien sabido era que esas cifras no reflejaban en absoluto la realidad económica-social de la población argentina desde el año 2007, cuando todo el Instituto de Estadísticas fue intervenido por funcionarios del gobierno de turno. Mientras el INDEC informaba que la pobreza se ubicaba en el 4,7% de la población y la indigencia en el 1,7% y la Presidente Cristina Fernández aseveraba que el país había superado a Alemania en sus estándares de vida, la UCA indicaba que entre los años 2007 y 2015, en promedio, un 28% de la población argentina vivió en condiciones de pobreza y un 7% en condiciones de pobreza extrema, o indigencia. De este modo el último dato confiable del INDEC, que había marcado una pobreza del 25,5% para el segundo semestre de 2006, tenía una continuación bastante aproximada a la realidad por parte de las publicaciones del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Más allá de las críticas u observaciones que se le pueden hacer a la metodología utilizada por la institución académica, lo cierto es que frente al 32,2% que publicó esta semana el recuperado INDEC, las cifras de la Universidad se encuentran significativamente más próximas que las del INDEC kirchnerista.
Extrapolando los resultados de la última EPH, se obtiene el dato de que más de 14 millones de ciudadanos argentinos tienen un ingreso mensual menor al necesario para adquirir una Canasta Básica Total, es decir, un conjunto de bienes y servicios para vivir con determinados estándares para no ser considerado pobre. Más aún, dentro de esos 14 millones, 2 millones 700 mil personas tienen ingresos inferiores a los necesarios únicamente para alimentarse adecuadamente, sin tener en cuenta gastos de vestimenta, educación, salud y demás necesidades básicas, es decir, son indigentes.
El fenómeno generalizado en todas estas economías es la fuerte reducción de la pobreza que experimentaron en los últimos 10 años. Impulsados por la mejor década de los últimos años desde el punto de vista internacional, todos los países de la región experimentaron años de fuerte crecimiento económico y estabilidad macro lo que, combinado con políticas sociales financiadas con importantes partidas de gasto público, les permitió sacar de la pobreza a millones de habitantes. La única excepción fue Argentina que, en el mismo período de tiempo y con las mismas condiciones externas favorables, no logró generar las condiciones adecuadas para reducir drásticamente la pobreza.
Debido a que la última cifra disponible y confiable (año 2006) surge de una medición en base a una metodología algo diferente, no es posible hacer una comparación directa para saber si 10 años después hay más o menos pobres que en 2006. Si lo hiciéramos, se obtendría un dato alarmante: que la pobreza aumentó en Argentina en un 26%, al pasar del 25,5% de la población total viviendo en estas condiciones en 2006 al 32,2% actual. Metodológicamente esto es incorrecto, pero de todos modos distintos elementos nos hacen concluir que las condiciones de vida se habrían mantenido al menos en los mismos niveles que hace 10 años, discrepando fuertemente con la tendencia del resto de los países de la región.
Mientras tanto, países que históricamente convivieron con graves problemas sociales como Bolivia, Perú, Colombia y Paraguay redujeron la pobreza entre un 56 y un 35% en este período. Perú, por ejemplo, tenía a casi la mitad de su población viviendo en condiciones de pobreza en el año 2006 y luego de 10 años de fuerte crecimiento redujo esa proporción hasta casi un quinto de la población actual. El país con mayor pobreza de todos los que se presentan aquí, Bolivia, tenía un nivel de pobreza del 60% y 10 años después logró reducirlo hasta el 38,6% de la población (una mejora del 35%). Podría argumentarse que estos países partían de niveles muy altos de pobreza y, por ende, les resultó relativamente más fácil poder reducirla. Sin embargo, los países con características más similares a las de Argentina, como Chile o Uruguay, fueron los que lograron reducciones más importantes de los niveles de pobreza: 60 y 70% respectivamente. Uruguay sea quizás el país más parecido al nuestro en estas y otras características. De hecho, ambos países sufrieron su peor crisis económica a inicios del nuevo milenio y desde allí entraron en un fuerte y rápido proceso de recuperación (con distintas características y duración). Hace 10 años Uruguay tenía al 32,5% de su población debajo de la línea de ingresos que delimita la pobreza. Diez años más tarde, solo el 9,7% de los uruguayos vive en condiciones de pobreza (y apenas 0,3% en la indigencia) mientras que más del 32% de los argentinos son pobres (y 6,3% son indigentes).
Argentina perdió una oportunidad histórica para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. De haber seguido un camino más ordenado y sensato, al día de hoy, seguramente estaría mostrando niveles de pobreza cercanos al 10%, como sus vecinos más cercanos. Luego de una década de las mejores condiciones ofrecidas por el mundo en muchos años, el punto de partida continúa estando por encima del 30%. ¿Qué puede esperarse? Será fundamental consolidar un proceso de crecimiento continuo y estable (solucionando el problema inflacionario) dada la alta correlación entre los ciclos económicos y las condiciones sociales, sin dejar de lado un fuerte acompañamiento de políticas focalizadas tendientes a rescatar de la pobreza a sectores que viven en esta condición desde hace varias generaciones.