En los últimos meses se ha hablado mucho de la estrechez del repunte de las acciones en lo que va de año. No es ningún secreto que la mayoría de las ganancias del índice han provenido de un puñado de acciones, mientras que muchos nombres más pequeños han tenido un comportamiento mucho más pobre en comparación. Por ejemplo, la participación conjunta de Microsoft (NASDAQ:MSFT) y Apple (NASDAQ:AAPL) en el índice S&P 500 acaba de alcanzar nuevos máximos históricos, mientras que el índice Russell Microcap acaba de registrar nuevos mínimos de varios años.
Algunos han explicado este fenómeno señalando que los inversores ahora consideran a las grandes tecnológicas el "nuevo comercio seguro". "La gente busca seguridad y comodidad dadas las corrientes cruzadas del mercado, y la tecnología les da muchas facilidades", como dice al Financial Times el operador comercial Jack Atherton de JP Morgan). Esa tranquilidad proviene del convencimiento de que las grandes tecnológicas ofrecen, en palabras de Jason Pride, de Glenmede, "protección contra las caídas en tiempos más difíciles".
Más vale que los inversores que acuden en masa a estas empresas estén en lo cierto, porque están apostando claramente a que los resultados financieros de estas empresas no sólo aguantarán las "corrientes cruzadas" económicas que se avecinan, sino que se beneficiarán de ellas. Si no, ¿cómo se explica que estén dispuestos a pagar 65 veces el flujo de caja libre agregado (menos la remuneración basada en acciones) por los cinco principales valores del Nasdaq (el año pasado)?
En la última década, su valoración media ha sido menos de la mitad del nivel actual. Por lo tanto, parece que existe un riesgo real de que, si la economía entra en recesión y estas empresas no son inmunes a sus efectos, su valoración colectiva podría revertirse en un grado u otro, un proceso que podría resultar excesivamente doloroso dadas las valoraciones extremas a las que cotizan ahora mismo. Incluso suponiendo que la economía consiga evitar la recesión, lo que permitiría a la Reserva Federal mantener su actual política de "normalización" del balance, esa reducción de la liquidez por sí sola podría ejercer una presión a la baja sobre las valoraciones.
En cualquier caso, el "nuevo comercio seguro" parece estar considerado así desde la confianza en que se alcanzará la perfección, y por perfección me refiero a una vuelta a los tipos de interés ultrabajos (que respaldan las valoraciones extremas) junto con una vuelta al rápido crecimiento de los beneficios y el mantenimiento de unos márgenes de beneficio abultados (que respaldan las cifras en las que se basan esas valoraciones). En ausencia de un resultado tan prístino, los inversores podrían sentirse decepcionados al darse cuenta de que las grandes tecnológicas no son tan seguras después de todo.