Si antes había alguna duda de que Christine Lagarde está fuera de su alcance como directora del segundo banco central más importante del mundo, el tambaleo en el Banco Central Europeo (BCE) ante la inflación creciente debería acabar con ella.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha dado un giro de 180 grados tras mantener durante meses que la inflación era transitoria. En una comparecencia ante el Congreso la semana pasada, Powell reconoció que la inflación es más persistente de lo que la Fed había pronosticado y que es hora de "retirar" la palabra "transitoria".
La política del BCE no está tan clara. Calificando de desorientada la postura del banco central sobre la inflación, el columnista alemán Claus Döring criticó duramente a Lagarde, que llegó al puesto del BCE sin experiencia previa como banquera central, por estar dispuesta a hablar de casi todos los temas menos de economía y del mandato del banco central de mantener los precios estables.
Lagarde "se posiciona en casi todos los temas del día", escribió Döring en el diario Börsen-Zeitung.
"Se pronuncia en el debate sobre el género, así como sobre los riesgos medioambientales y el cambio climático. Esto da rápidamente la impresión de que puede hacer todo y nada".
Cuando hace comentarios sobre la economía, como hizo el viernes en un acto virtual, tiende a restar importancia a la inflación y al impacto de la pandemia. Concluyó que es "muy poco probable" que el BCE suba las tasas de interés en 2022.
¿Está la extralimitación política del BCE conduciendo al declive?
Su actitud marca un claro declive en el BCE. El primer economista en jefe del banco central, Otmar Issing, dijo en un discurso de mediados de noviembre publicado el domingo en una versión abreviada lo siguiente:
"...la posible extralimitación de los bancos centrales en áres como el cambio climático amenaza su independencia, ya que están cada vez más bajo la influencia política. Es hora de que los banqueros centrales muestren un poco más de humildad y piensen en volver a mandatos más claros y acotados".
Issing, que actualmente dirige un centro de estudios en Frankfurt, no cree que los bancos centrales deban ignorar el impacto del cambio climático, pero considera que corresponde a los funcionarios electos del gobierno liderar la lucha en ese frente.
Los banqueros centrales alemanes tienen una merecida reputación de ser algo rígidos, y el jefe saliente del banco central alemán, Jens Weidmann, ha sido el mayor halcón de la inflación en el consejo de gobierno del BCE (compuesto por los jefes de los bancos centrales de los 19 países miembros de la eurozona, así como por los seis miembros del comité ejecutivo del BCE).
Esta cualidad puede ser útil cuando la inflación amenaza con dañar la economía. El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, que será elegido formalmente por el Parlamento el miércoles, está dispuesto a nombrar a un antiguo miembro del Comité Ejecutivo del Bundesbank, Joachim Nagel, para suceder a Weidmann.
Nagel, aunque es algo más pragmático y menos ideológico, seguramente continuará con la postura de halcón de Weidmann, ya que la inflación en Alemania ha alcanzado el máximo de 30 años, el 6%. Queda por ver qué influencia tendrá en la política monetaria del BCE.
Los nuevos nombramientos de la Fed podrían aportar un sesgo blando a medida que avanza el endurecimiento
A pesar del giro de Powell sobre la inflación, sigue siendo difícil pronosticar el curso futuro de la Fed. El presidente Joe Biden ha dicho que anunciará los nuevos nombramientos de la Fed a "principios de diciembre" y se espera que proponga hasta tres economistas progresistas para los puestos vacantes o que pronto quedarán vacantes en la junta de gobernadores.
Esto inclinaría la junta decididamente en una dirección blanda (o “dovish” en inglés), con mayor énfasis precisamente en cuestiones no monetarias como el cambio climático.
Mientras tanto, parece haber consenso en que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) anunciará una aceleración de la reducción de las compras de bonos tras su reunión del 14 y 15 de diciembre. El comité podría destinar reducciones de 30,000 millones de dólares al mes a partir de enero, desde los 15,000 millones mensuales de noviembre y diciembre. Esto pondría fin a los anteriores 120,000 millones de dólares mensuales en marzo, y liberaría al comité para subir las taas de interés si es necesario para frenar la inflación.
Powell ha sido criticado por su respuesta dilatoria a la inflación, pero es probable que gane el consenso en el actual FOMC para una postura más dura en el futuro.
El fondo monetario internacional pidió el viernes a la reserva federal que intensifique su operación de tapering, ya que el organismo multilateral de crédito considera que la combinación de una sólida recuperación económica y el endurecimiento de los mercados laborales de la variante Ómicron del Covid-19 aumentan las presiones inflacionistas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con sede en París, también advirtió la semana pasada que la inflación es ahora el mayor riesgo para la recuperación económica. El principal riesgo, escribió la OCDE en sus perspectivas económicas:
"Es que la inflación siga sorprendiendo al alza, obligando a los principales bancos centrales a endurecer la política monetaria antes y en mayor medida de lo previsto".
A Lagarde le gusta seguir las indicaciones de la Reserva Federal, por lo que un cambio hacia una política monetaria más estricta en Washington podría obligar al BCE a adoptar una política más dura.