- Presenta sus resultados del 2T de 2019 el viernes, 19 de julio, antes de la apertura del mercado
- Expectativa de ingresos: 3.580 millones de dólares
- Expectativa de BPA: 6,65 dólares
El mayor gerente de activos del mundo, BlackRock (NYSE:BLK), se enfrentará a un intenso escrutinio cuando publique los resultados de su segundo trimestre mañana. A los inversores les preocupa y querrán saber exactamente cómo afecta a la rentabilidad de la empresa la ralentización del crecimiento y la guerra de precios.
Los analistas no son optimistas en cuanto a las previsiones de crecimiento a corto plazo para la firma con sede en Nueva York. Con respecto al trimestre que concluía el 30 de junio, BlackRock probablemente anuncie un beneficio y unas ventas casi planas en comparación con el mismo período hace un año, según las previsiones. El beneficio por acción podría descender hasta 6,65 dólares frente a los 6,66 de hace un año, y unas ventas de 3.580 millones de dólares.
El rendimiento financiero de BlackRock los últimos trimestres ha sido muy dispar para los inversores. A pesar de anunciar un descenso de las ganancias el año pasado, la empresa fue capaz de generar un impresionante aumento de las ventas que subieron un 4,5% en 2018. Pero este año no parece muy prometedor. Las ventas descendieron un 7% con respecto al año anterior en el primer trimestre, a pesar del mercado alcista.
BlackRock se convirtió en un gerente de cartera de 6.500 millones de dólares durante el mercado alcista de la última década, con la ayuda de su creciente negocio de ETF, iShares. Los ETF, o fondos negociados en bolsa, han sido el motor del crecimiento de BlackRock desde la crisis financiera de 2008, permitiendo más que duplicar los activos bajo gestión.
Pero esa área de crecimiento se ha visto amenazada pues la empresa se enfrenta a una ralentización de los flujos de capital netos y a una guerra de precios que está presionando las tasas. La competencia de grandes y pequeños jugadores ha presionado los márgenes, según datos de Bloomberg. Hace cinco años, BlackRock registraba unos 0,25 dólares en ingresos al año por cada dólar que ganaba. El año pasado, esa cifra descendió a 0,23 dólares y en el primer trimestre, descendió aún más, hasta 0,21 dólares.
Estos obstáculos han sido los principales responsables del poco coherente rendimiento de las acciones de BlackRock desde principios de 2018. En 470,85 dólares al cierre de ayer, han subido cerca de un 20% este año, pero han subido sólo un 10% en los últimos dos años.
Sigue siendo un nombre poderoso
A pesar de este contexto negativo, BlackRock sigue siendo un nombre poderoso en el negocio de gestión de activos. Es difícil ignorar su posición dominante y su futuro potencial de subida. Los ETF, por ejemplo, son todavía activos emergentes fuera de Estados Unidos.
La compañía prevé que el mercado global de los fondos ascenderá a más del doble a finales de 2023, hasta un total de 12 trillones de dólares, impulsado por la continua presión a la baja sobre los honorarios de asesorías financieras y la creciente predisposición de los inversores a utilizar bonos de ETF de fácil exposición a los mercados de renta fija.
El último software de riesgo financiero de la empresa, conocido como Aladdin, sigue siendo una poderosa herramienta para obtener ingresos recurrentes y ofrece una gran cobertura cuando los mercados están en negativo. Aladdin puede predecir cómo puede verse afectado el rendimiento de una cartera en situaciones extremas como la crisis de 2008. Sus usuarios incluyen fondos de pensiones, compañías de seguros y gestores de activos de la competencia que pagan licencias de Aladdin basándose en las funciones que utilizan.
En conclusión
BlackRock, a pesar de su gran foso y futuro potencial de crecimiento, no es el tipo de acciones que se deberían comprar cuando los mercados se vuelven vulnerables como resultado de los crecientes riesgos para el crecimiento mundial. Las acciones de BlackRock cotizan ahora 18 veces las ganancias de 12 meses, descendiendo con respecto a las 21 veces de principios del año pasado, lo que indica que los inversores están ajustando sus expectativas.
Tras el potente rally de la última década, en nuestra opinión, sus acciones ya han visto lo mejor en este mercado alcista y, a corto plazo, es poco probable que sea una apuesta que se paga a lo grande. Quedarse al margen es la mejor estrategia para esta empresa.