Las noticias que llegan de Estados Unidos parecen coincidir con las predicciones que llevan haciéndose mucho tiempo sobre el inminente pico de la demanda de petróleo. Es decir, los titulares llevan a algunos a creer que se dan los criterios para una caída permanente de la demanda.
Sin embargo, esa opinión es simplista y no tiene en cuenta los datos más profundos disponibles, que muestran una sólida y continua demanda de petróleo a pesar de los precios sin precedentes del petróleo y la gasolina y de las políticas gubernamentales que no apoyan el crecimiento de la producción del sector del petróleo y el gas.
Con los precios del petróleo en tres cifras, los precios de la gasolina ascienden ahora mismo a una media de 5 dólares por galón o más en 13 estados de Estados Unidos. Se espera que esta cifra aumente, dice Patrick DeHaan de GasBuddy, que prevé que la media nacional alcanzará los 5 dólares por galón muy pronto.
Los consumidores estadounidenses están gastando más que nunca para llenar los depósitos de sus vehículos. Y los precios de los líquidos de gas natural son tan elevados que Lululemon Athletica, el fabricante y minorista de ropa de fitness —que, según un analista de Citi, utiliza materiales derivados del petróleo en cerca del 75% de sus productos— anunció la semana pasada que se ha visto obligado a subir los precios de sus prendas.
Mientras tanto, el Gobierno de Estados Unidos parece estar tan centrado en la "transición" a las energías alternativas que va a declarar un problema de seguridad nacional para dirigir una mayor producción de paneles solares de empresas privadas.
Durante años, éstos han sido los tipos de fenómenos que los analistas predijeron que precipitarían el pico de la demanda. De hecho, muchos analistas siguen prediciendo que el pico de la demanda de petróleo está a la vuelta de la esquina. Muchas de estas previsiones se basan en que la demanda mundial no volverá a los niveles anteriores a la pandemia.
Sin embargo, la demanda parece estar en buen estado, sólo hay que ver los datos para comprobarlo. En Estados Unidos, incluso con los precios del petróleo y el gas por las nubes, las cifras dibujan un panorama de demanda sólida y creciente.
Según la Administración de Información Energética, la demanda implícita de petróleo en Estados Unidos (en otras palabras, el producto suministrado) ha superado el nivel de demanda implícita de 2019 (antes de la pandemia) y sigue una trayectoria ascendente.
La demanda implícita de gasolina en Estados Unidos es superior a la de 2021 y está a 500.000 barriles al día de los niveles prepandemia. Sin embargo, lo más destacable es que la demanda de gasolina en Estados Unidos lleva aumentando desde mediados de mayo.
Estacionalmente, la demanda de gasolina suele ser algo plana en esta época del año, antes de que la temporada estival de conducción comience realmente en junio. Las reservas de gasolina en algunas zonas de Estados Unidos se encuentran en mínimos estacionales.
La semana pasada, las refinerías de petróleo de Estados Unidos procesaron 10 millones de barriles al día de gasolina y el mercado también recurrió a las reservas de gasolina. Con la temporada estival de conducción apenas iniciada, estas cifras indican que, incluso con los precios sin precedentes de la gasolina, es probable que la demanda siga siendo fuerte.
Goldman Sachs (NYSE:GS) predice ahora que el precio del petróleo alcanzará los 140 dólares por barril este verano y que los precios de la gasolina serán aún más elevados de lo que deberían ser con el petróleo a ese precio debido a las limitaciones de refinado.
Este análisis no se pronuncia sobre la exactitud de determinadas predicciones y ya se ha mencionado a menudo la inexactitud de tales previsiones. Sin embargo, es evidente que ese punto de precio podría provocar finalmente una cierta destrucción de la demanda, lo que llevaría a un descenso de la misma.
Sin embargo, si los precios del petróleo no alcanzan un nivel tan elevado, podría ocurrir que la demanda siga disparándose.