Cuando Spotify (NYSE:SPOT) comenzó a cotizar en Bolsa hace dos semanas, abril parecía ser traer todo menos la primavera para esta compañía sueca a la que al NYSE homenajeaba ondeando la bandera de Suiza. La acción había caído 10% en su primer día y la audacia que se le había elogiado a la compañía (aquella por la que la acción salió sin suscriptores, ni precio de salida, sin nivel de oferta de acciones y sin período de cierre para inversores) pasó de valiente a temeraria.
Era ya una seguidilla de malas noticias para Spotify, que en marzo había descubierto que cerca de 2 millones de usuarios estaban bloqueando los anuncios de sus cuentas gratuitas mediante aplicaciones no autorizadas —por ella misma, claro está— transformándolas en los hechos en cuentas Premium. Que el 1,3% de tu base de suscriptores te esté engañando dice mucho acerca de la capacidad que tiene una firma de analizar los comportamientos de sus usuarios.
Recordemos que el principal activo de la firma de streaming es una base de usuarios que se cuenta entre las más fieles del mundo: entre los más de 155 millones de suscriptores, cerca de la mitad pagan por tener el servicio Premium, el cual elimina las publicidades y permite descargar música al celular, entre otras ventajas.
Cierto es que ese ratio de 50% no resulta fácil de incrementarse, no obstante, es un porcentaje y un número en términos absolutos por el que otras compañías de streaming darían lo que fuera por obtener (véase Apple (NASDAQ:AAPL) Music, con solo 38 millones de suscriptores de entre más de mil millones de iPhones vendidos en el mundo).
En las últimas semanas, Spotify parece haber tomado el toro por las astas y, más vale tarde que nunca, comienza a mostrar signos de atrevidas iniciativas para intentar transformar las dudas en certezas de que sabe lo que está haciendo. Voces autorizadas dicen que la próxima semana se dará anuncio al primer producto tangible de la compañía sueca: un reproductor para auto. Pensado como reemplazo de la radio y con conexión 4G, estaría incluido dentro de una suscripción Premium especial por un año. Es probable que se ofrezca además como altavoz de teléfono y con conexión al asistente por voz de Amazon (NASDAQ:AMZN), Alexa.
¿Cuál es el gran problema de Spotify? La proporción enorme de los ingresos que debe transferirles a las principales discográficas, Sony (T:6758) BMG, Universal Music y Warner Music, que a su vez poseen el 15% del capital accionario de la compañía. Debido a derechos de autor, le paga anualmente a estos sellos más de U$S400 millones al año. ¿Qué solución han encontrado? Contratar directamente a los artistas e independizarse de los grandes estudios, bajando los costos de transacción y eliminando intermediarios. Spotify se mantiene firme en su tradición de no quedarse con los brazos cruzados.
El hecho de contar con sus propios artistas le permitiría a Spotify incrementar el margen que tiene la firma para ganar independencia, reinvertir o repartir dividendos. No obstante, el principal desafío es seguir manteniendo la calidad y cantidad de contenido musical, nada más ni nada menos que lo que sostiene al negocio. Un negocio donde, como diría ABBA, el ganador se lo lleva todo.