El presidente de estados Unidos vive sus momentos más delicados desde que ocupa el trono de la Casa Blanca.
La muerte del afroamericano George Floyd en lo que todo parece indicar un abuso de poder policial, uno más de tantos en EE.UU. contra la raza negra, ha desatado una oleada de protestas que empezaron en el país norteamericano pero que, poco a poco, se van extendiendo a un gran número de capitales del mundo.
Trump parece haberse quedado solo en su línea dura contra los manifestantes. Esta semana amenazaba con desplegar al Ejército en contra de la población, pero Mark Esper, secretario de Defensa del país y máximo responsable del Pentágono, se ha desmarcado de Trump y rechaza este despliegue.
La tensión en la Casa Blanca es continua, según ha desvelado la CNN (citando fuentes republicanas) y en el Pentágono tampoco están demasiado a favor del tono beligerante de Trump.
Hasta Barack Obama, ex presidente de EE.UU. y el primero de raza negra, ha pedido una investigación "exhaustiva" de las circunstancias que rodearon a la muerte de Floyd y pide “que se haga justicia”, argumentando que “el racismo en Estados Unidos no debe ser algo normal”.
Pero no solo Trump se está quedando solo en relación al extraño caso de la muerte de Floyd, sino que tampoco cuenta con demasiados apoyos en su gestión del coronavirus.
Cada vez son más los políticos y expertos que acusan a Trump de mirar más por la economía estadounidense que por la salud de los ciudadanos.
Su rival de cara a las elecciones presidenciales del próximo noviembre, el demócrata Joe Biden, sentenciaba recientemente que las muertes por coronavirus en el país se debían a la negligencia del presidente.
“¿Por qué no decirle la verdad al pueblo estadounidense? Son duros. Pueden manejarlo", dijo el demócrata en un discurso a finales de mayo, en el que añadió que se habrían salvado 37.000 vidas en caso de que la lucha contra el virus se hubiera iniciado una semana antes.
Tampoco ha gustado a la comunidad internacional el ‘portazo’ que ha dado Trump a la Organización Mundial de la Salud (OMS), acusándola de haber cooperado con China en el encubrimiento de las cifras reales de la pandemia, cuando ésta se desató en el gigante asiático, y retirando a la organización los fondos de 450 millones de dólares anuales.
No es la primera vez que la Unión Europea critica el unilateralismo de Trump. Ya lo hizo a mediados de marzo cuando el presidente estadounidense dio un cerrojazo a las fronteras del país impidiendo la entrada de vuelos procedentes de Europa. ¿La causa? No quería que el coronavirus entrara en su país.
En un momento en el que la popularidad de Trump no está en sus mejores cotas, la salvaguarda sigue siendo la economía. Con un índice de paro de dos dígitos, en un país acostumbrado al pleno empleo, todos los esfuerzos pasan por recuperar los viejos datos.
El reto de Trump es lograr la ansiada recuperación en forma de ‘V’, para demostrar a sus votantes que el ‘America First’ (estrategia comercial con China incluida) sigue vivo y volver a alzarse vencedor en las elecciones de noviembre.
Pero, sin duda, no será un camino de rosas.