Creo que todos hemos experimentado alguna vez tristeza, preocupación por algo determinado... sentimientos que, si son retroalimentados por nuestros propios pensamientos, todavía ahondamos más en ellos.
Es decir, si algo nos entristece, el hecho de pensar constantemente en ello hace que nos sintamos más tristes. Hacemos ese sentimiento cada vez más grande, con lo que cada vez es más difícil salir de esa situación.
Si una situación nos tiene preocupados o nerviosos, imaginemos una entrevista de trabajo o un examen. Si esa preocupación se instala en nuestra cabeza y solo sabemos pensar de forma negativa, la acabamos transformando en ansiedad y seremos nosotros mismos los que acabaremos siendo los culpables de que algo salga mal.
El poder que tiene lo que pensamos, lo que dejamos que se instale en nuestra mente, es más fuerte de lo que creemos.
Pues ahora imaginemos que no solo no pensamos de forma negativa, sino que somos personas positivas y con esa fuerza mental capaz de que, partiendo de una situación que a priori, habría más tendencia a dejarnos llevar por el desánimo y el pesimismo, la convertimos en una oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos, de superarnos.
Una de las grandes deportistas españolas que hemos tenido, medallista olímpica y alguien a quien admiro, Ona Carbonell, decía en su libro Tres minutos, cuarenta segundos, justo antes de empezar su prueba en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde obtuvo una medalla de plata en la final del dúo:
"Al ritmo de La Cumparsita, que suena dentro de mi mente como si el bandoneonista y el resto de los músicos estuvieran tocando en la colchoneta de al lado, visualizo cómo Andrea y yo nadamos un tango impecable, sin errores y sincronizadas a la perfección. Visualizo la ovación clamorosa del público cuando suena la última nota. Y, sobre todo, visualizo el momento en que, desde encima de la tarima, vemos un 2 en la pantalla de la piscina y lloramos emocionadas delante de todo el mundo".
Este tipo de mentalidad es la que hemos de conseguir tener siempre y, en particular, en el trading.
Sabemos el componente emocional del trading, conocemos que hemos de seguir unas reglas determinadas (un sistema de trading), para no activarlas, para operar bien en los mercados, de forma sistemática, ya que es el único camino a la consistencia. Y es necesario seas un scalper, un daytrader, un swingtrader...
Bien, pues si sabemos lo que hemos de hacer una vez se abre el telón, ¿por qué no utilizamos la técnica de la visualización para imaginarnos a nosotros operando y ver cómo cumplimos esas reglas, operación tras operación?
Si haces intradía o swing, el poder tomarnos unos minutos antes de empezar el día (por ejemplo, con los ojos cerrados y visualizar cómo tomamos operaciones, siempre siguiendo todas las premisas de nuestro sistema, cumpliendo los puntos de gestión monetaria, siguiendo nuestros patrones...), nos vemos haciendo una buena gestión de ellas: poniendo el Break Even cuando nuestro sistema dice que hay que ponerlo, haciendo el trailing stop que tenemos establecido, saliendo de forma parcial o total cuando hay que hacerlo...
Y si somos scalpers, no solo dejémonos tiempo suficiente para hacer una buena graficación. Démonos unos minutos para que nuestro estado emocional se encuentre en calma y proyectémonos al futuro. Veámonos a nosotros mismos operar, experimentemos cómo operamos bien. Incluso, si uno de los sesgos emocionales que más nos perjudican en los mercados es el no aceptar perder, por ejemplo, visualicemos que perdemos en una operación e imaginémonos a nosotros mismos, aceptando esa situación con tranquilidad, con la normalidad de que forma parte de este trabajo.
Tras unos minutos de relajación y vuelta a la concentración, veámonos cómo regresamos a las pantallas con la mente totalmente neutra y preparada para seguir operando con normalidad, sin emociones activadas por las ganas de recuperar. Estos minutos que nos tomemos no es ninguna pérdida de tiempo, es una enorme inversión. Una inversión que, los mejores en cada campo, ya practican y entrenan con un equipo de psicólogos, en su mayoría.
Si ellos se toman la molestia de dedicar ese tiempo a trabajar este aspecto, ¿creéis que es perder el tiempo? ¿No valdría la pena que, dentro de nuestros recursos, aprendamos y seamos capaces de crear nuestra propia técnica de visualización para dar lo mejor de nosotros?
Muchos ya sabéis que tengo mi propio talismán, un pequeño Yoda, que me lleva acompañando en este camino desde los inicios. Bien, todo lo que este ser significa y transmite me inspira mucho, al igual que la banda sonora de la película donde se creó, Star Wars.
Muchos meses antes de empezar mi operativa, necesitaba ponerme esta canción, cerrar los ojos y visualizarme a mí misma teniendo este poder mental de control, de ser yo quien controlaba mi trading. Me trasladaba al futuro y me veía a mí misma operando según mi sistema, sin dudar en ningún momento de seguir cada una de sus premisas. Incluso, al terminar una operación, tanto con un resultado positivo como negativo, volvía a hacer el mismo ritual, para volver a ese estado mental de paz y control, de seguridad.
Tal vez pueda sonar algo raro para muchos, pero a mí me funcionó. Hoy ya no me pongo la canción, pero mi pequeño Yoda sigue a mi lado.
Aprovechando el próximo cambio de año, os reto a crear un buen propósito para 2020: Creemos cada uno de nosotros, en función de nuestra operativa y de nuestros sesgos más arraigados, una técnica de visualización para el trading.
Empecemos a ponerla en práctica cada día que vayamos a estar en el mercado y convirtámosla en un hábito.
Y ya que estamos de buenos propósitos... ¿Por qué no lo extrapolamos al resto de nuestra vida, manteniendo siempre una visión positiva y constructiva en todo aquello que hagamos, pensamos o sintamos?
Amigos... ¡¡Feliz 2020!!