Este artículo fue escrito en exclusiva para Investing.com.
La reunión del FOMC del 22 de septiembre resultó guardar muchas sorpresas. La primera sorpresa para muchos fue el agresivo discurso de Powell en la rueda de prensa, sobre que la expansión cuantitativa comenzaría a retirarse pronto. La siguiente sorpresa fueron las previsiones de una subida de tipos en 2022 y hasta cuatro subidas para finales de 2023. La mayoría de los mercados han respondido correctamente, subiendo con el dólar y aumentando el rendimiento de los bonos del Tesoro.
La curva de rendimiento se ha desplazado de forma bastante drástica, subiendo los tipos de toda la curva a partir de los 2 años, con un aumento significativo de los bonos a dos años, que ha ganado ya casi 8 puntos básicos (pb) hasta aproximadamente 30 pb. Mientras tanto, los tipos a 5, 7 y 10 años han subido en 16 puntos básicos o más.
Aplanamiento de la curva
El impacto inmediato fue que la curva de rendimiento se aplanó, pero la curva ha comenzado a empinarse con el aumento del margen de rendimiento de los bonos del Tesoro a 10-2 años. Pero quizás lo más importante es que la curva de rendimiento en general se ha aplanado drásticamente desde principios de la primavera, cuando el mismo margen estaba en casi el 1,6%.
Se trata de un cambio sutil pero trascendental, ya que la parte delantera de la curva está subiendo ahora, mientras que el extremo largo de la curva no aumenta lo suficientemente rápido. Es la forma que tiene el mercado de bonos de sugerir que la Fed será mucho más agresiva en el futuro, pero con una economía que probablemente no crezca tan rápido.
Dólar al alza
El índice dólar parece confirmar la visión de la curva de rendimiento, alcanzando su cota más alta desde el otoño de 2020. Tiene sentido que el dólar se fortalezca si la Fed pone fin a la expansión cuantitativa y los tipos a corto plazo suben. Parece que el dólar también se está preparando para una Fed más agresiva en el futuro.
Las acciones no están preparadas
El mercado de valores parece no estar preparado para este cambio de paradigma. La valoración del S&P 500 sigue en niveles históricamente altos, cotizando el índice en torno a 20,5 veces sus estimaciones de beneficios para los próximos 12 meses. Aunque el ratio PER ha bajado desde los máximos registrados en septiembre de 2020 en 23,5, sigue siendo extremadamente elevado en comparación con los niveles históricos. En los últimos 10 años, el índice se ha mantenido en un ratio medio de 16,6, y en los 20 años anteriores, de 15,7. El único periodo que iguala el múltiplo actual del mercado es el de finales de los años 90.
La valoración del S&P 500 indica que el mercado sigue creyendo que la Fed mantendrá su carácter ultraacomodaticio y que habrá un crecimiento económico sólido. La curva de rendimiento sugiere exactamente lo contrario. El mercado de acciones parece estar empezando a comprender esta idea, con el índice a un 5% de sus máximos, aunque el múltiplo del mercado sugiere que todavía queda mucho más riesgo de caída.
Además, parece natural que el mercado de valores rechace un cambio de política monetaria de la Fed, especialmente de esta magnitud. El mismo escenario se dio en el otoño de 2018, cuando la Fed se disponía a seguir subiendo los tipos de interés. El mercado luchó contra la postura monetaria de la Fed y, al final, el mercado de acciones ganó.
El aumento del rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense y la fortaleza del dólar implican que los precios de las acciones tienen que caer, y cuanto más suban, más afianzará el mercado su teoría de que la Fed va a adoptar una postura más agresiva. Si a esto le añadimos la ralentización del crecimiento del PIB, todo apunta a un colapso del mercado de valores similar al de 2018.