El pasado viernes comentamos sobre la situación de Grecia, que nuevamente está en negociaciones de última hora para alcanzar un nuevo paquete de ayuda con la Troika (grupo que incluye a la Unión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional).
Durante el fin de semana las negociaciones continuaron, aunque no fueron exitosas. En medios internacionales se reporta que ambas partes reforzaron su posición. Este escenario inyectó temor en los mercados, por lo que la mayoría de índices a nivel mundial abrieron con pérdidas cercanas al 1%, siendo la plaza europea la más golpeada.
Grecia cuenta cada vez con menos tiempo para lograr un acuerdo que le permita obtener recursos para realizar pagos, que superan los €8,5 billones (unos US$ 9,52 billones), al Fondo Monetario Internacional y al Banco Central Europeo. Ello sin tomar en cuenta las necesidades normales para hacer frente a salarios y pensiones locales.
¿Implicaría un default la salida del euro? No necesariamente. En realidad mucho depende de cuál sea la deuda que no pague y de cómo reaccionen sus acreedores.
Aunque parezca paradójico, los pagos internos son los que causarían menos problemas para el país, aunque podrían esperarse protestas internas, debido al esperado descontento de los afectados.
Un “default” en los otros dos acreedores sería más riesgoso y con implicaciones peligrosas para los griegos. En primer lugar, si no le paga al Fondo Monetario, la imagen de Grecia se vería aún más dañada, ya que ahí hay aportes de muchos países del mundo, la mayoría más pobres que Grecia y que sí cumplen con sus obligaciones. Sin embargo, las consecuencias no serían muy graves, debido a que la entidad suele tomar más tiempo en reaccionar a ese tipo de eventos.
El gran signo de pregunta está en el Banco Central Europeo. Todo el sistema bancario ateniense depende de facilidades de liquidez de esa entidad, por lo que si decidieran que el evento amerita cortar tal oxígeno a los bancos, una salida del euro sería más probable. Básicamente, la gente comenzaría a sacar el dinero de los bancos, obligando a Grecia a implementar medidas al estilo de Argentina en el año 2000, donde se podía retirar solo partes de lo depositado.
En Aldesa mantenemos la expectativa de que los involucrados llegaran a un acuerdo, aunque reconocemos que esta vez los tiempos se ven más ajustados.