A inicios de 2015 se comenzó a apreciar entre los países de la Eurozona algo que se ha sido visto pocas veces en la historia y es que los rendimientos de los bonos alcancen niveles negativos en el mercado secundario o, incluso, en las subastas. Es decir, los inversionistas están pagándoles a estos gobiernos para que les resguarden su dinero.
Esta tendencia se reversó a mediados de año; no obstante, en las últimas semanas se observa un retorno y en una magnitud mayor. De acuerdo a Bloomberg, una plataforma de negociación, unos 2 millones de millones de euros de deuda europea cuentan con tasas de interés negativas. Por ejemplo, el bono a 2 años cuenta con un rendimiento de -0,41%.
¿Por qué?
Para entender mejor este fenómeno es importante recordar que el precio de los bonos y su rendimiento tienen una relación inversa, es decir, cuando el precio sube el rendimiento del bono cae. Los rendimientos negativos se dan porque los precios alcanzan un nivel tan alto que al hacer el cálculo del rendimiento este da un número negativo, es decir, si una persona se deja el título hasta el vencimiento perdería dinero.
Dicho fenómeno se da también en las subastas, donde los inversionistas empujan los precios haciendo que las colocaciones se den a rendimientos negativos.
La demanda suele darse en momentos de temor, donde los inversionistas buscan guardar su dinero en los países considerados como más seguros; sin embargo, en esta ocasión obedece a las políticas implementadas por el Banco Central Europeo (BCE), las cuáles también llevaron al euro a niveles cercanos al US$1,06.
Al existir un comprador ilimitado de bonos, en este caso el Banco Central, los inversionistas se abalanzaron sobre esos activos esperando que las compras empujen los precios a niveles más altos, lo que les generaría una ganancia de capital, a pesar de que el rendimiento al vencimiento del título sea negativo. Pero también resulta una mejor opción para los bancos si se toma en cuenta que el BCE les cobra un 0,2% por mantener dinero en sus “bóvedas”.
Por otro lado, la lógica detrás del Banco Central es que estas tasas tan bajas obliguen a los inversionistas a posicionar su dinero en actividades un poco más riesgosas (como créditos o compra de acciones), lo que incentivaría la actividad económica.
Es por eso que tal tendencia podría incrementarse si la entidad monetaria decide, en diciembre, bajar aún más la tasa que cobran por mantener el dinero guardado.