Previa de Inflación y Banxico: ¿Hay espacio para una subida de solo 25 pbs a 6.0%?
Hoy será una jornada crucial para la política monetaria de México. A primera hora, a las 8:00 de la mañana, se publicará la inflación para todo el mes de enero. Pasado el mediodía, a las 13:00 horas, tendremos el anuncio de política monetaria de Banco de México (Banxico) en su primera reunión del año.
El reporte de inflación, ya lo sabemos por las cifras que se publicaron en la primera quincena de enero, será horrendo. El shock directo del “gasolinazo” ya se recibió, y se reflejó en un incremento del 12.66% del componente de energéticos. Pero falta por ver hasta qué punto ya está incorporado casi completamente su impacto o si se sigue filtrando, de manera indirecta, a otros componentes de la inflación como los precios de los transportes públicos o de las mercancías, sobre todo alimentos.
El consenso de mercado prevé que tras el aumento de 1.51% en la inflación general durante la primera quincena de enero, dicho índice se incremente un 0.22% en la segunda quincena. De ser así, la inflación habría registrado un alza de 1.69% durante todo el mes, algo no visto desde enero de 1999 (+2.53%). A su vez, la tasa anua sería de 4.71% comparado con 3.36% en diciembre, por lo que en un solo mes la inflación habría destrozado el techo de 4% establecido en la meta de Banxico.
También la inflación subyacente, cuya evolución marca la tendencia más duradera de los precios, se habría presionado. El consenso prevé que, tras incrementarse un 0.37% en la primera quincena, el índice subyacente se eleve un 0.26% en la segunda. Eso implicaría un alza mensual, para todo enero, de 0.52%, el incremento mensual más importante desde enero de 2014 (+0.85%), cuando se sintió el efecto de la Reforma Fiscal de Peña Nieto. Con ese alza de enero, la tasa anual se situaría en 3.78%. Todavía se encuentra por debajo de ese techo del 4%, pero se trata de la tasa anual más alta desde junio de 2010.
Por tanto, el reporte de inflación para enero será malo dentro de una tendencia de subida de precios que viene de lejos. Banxico no ha sido ajeno a ese deterioro, y desde diciembre de 2015 se embarcó en un ciclo de restricción monetaria que todavía no ha concluido. A lo largo de 2016, Banxico incrementó la tasa de referencia en cinco ocasiones y cada una de ellas fue de 50 puntos base (pbs) por un total de 250 pbs, pasando así la tasa de referencia de 3.25% a 5.75%. De este modo, Banxico fue el año pasado el tercer banco central más agresivo del mundo subiendo tasas, siendo solo superado por Argentina y Egipto.
La gran pregunta es: ¿qué decisión tomará hoy Banxico? ¿Mantendrá el ritmo de subida de tasas observado a lo largo de 2016, de 50 pbs, o podría considerar frenarlo y decantarse por una aumento de sólo 25 pbs? El consenso, en un principio, estima que mantenga la conducta de los 50 pbs y las tasas suban mañana de 5.75% a 6.25%. También el mercado parece descontar un incremento de 50 pbs: la tasa de los Cetes a 91 días ronda el 6.27%, por lo que un incremento de 50 pbs alinearía a Banxico con el tramo corto de la curva de rendimientos. Sin embargo, en llamadinero.com estimamos que hay argumentos para pensar en una sorpresa de Banxico, y que el aumento anunciado sea de sólo 25 pbs para situar la tasa de referencia a 6.0%.
El primero es que poco puede hacer Banxico para combatir el alza de precios de enero. El “gasolinazo” fue una decisión gubernamental en un esfuerzo por ajustar los precios domésticos a los precios internacionales antes de que los precios sean liberados, y su mayor choque ya está incorporado en la primera quincena. En gran medida es un efecto “de una sola vez”. Pero no se debe ni a la depreciación del peso, ni a presiones de demanda ni al aumento de los costos laborales, factores que sí pueden ser de carácter más duradero y que sí pueden ser domeñados por la política monetaria.
El segundo argumento es que las mayores presiones inflacionarias, las ocasionadas por la depreciación del peso, principal causa del alza de tasas de Banxico a lo largo de 2016, se han amortiguado en los últimos días. Si bien el peso fue demolido con Trump como presidente electo, la divisa mexicana ha sido la más poderosa del mundo desde que fue investido presidente el 20 de enero. Desde entonces, el peso se ha apreciado un 7.3%. El gobernador de Banxico, Agustín Carstens, ha sido probablemente quien más claro y alto ha dicho que el peso está subvaluado, y que todo se trata de una “sobrerreacción” a un conjunto de noticias inesperadas y negativas. Si es así, si el desplome que sufrió el peso no está justificado por los fundamentales de la economía mexicana y refleja más bien factores de incertidumbre asociados a las negociaciones entre el nuevo gobierno estadounidense y México, Banxico podría estar bastante cómodo con el actual nivel de tasas de interés y no tendría por qué dar un apretón monetario, en estas circunstancias, demasiado duro.
En tercer lugar, y a la expectativa de lo que suceda con dichas negociaciones entre Estados Unidos y Méxicol, Banxico podría adoptar una postura de esperar. Por consiguiente, la Junta de Gobierno podría considerar ahora ser más comedido y reservar algo de munición para el caso de que las negociaciones no resulten lo favorables que se desean para la economía mexicana.
En cuarto lugar, esa postura de esperar está aún más justificada ante las señales de debilidad de la economía mexicana. La confianza de los ciudadanos, sostén de la economía a través de su gasto de consumo, no atraviesa buenos momentos: entre la depreciación del peso, el aumento de los precios (incluyendo las gasolinas), los recientes disturbios y protestas, y Trump, el ánimo del mexicano de a pie anda por los suelos, en mínimos históricos. Si ese derrumbe en la confianza se traduce en una caída del gasto de consumo, la economía mexicana podría atravesar serios problemas y ocasionaría riesgos de entrar en una recesión. Nada peor, en esta coyuntura, que inhibir más el consumo privado con un alza de tasas que encarezca más el precio del dinero y del crédito y alimente el desaliento del mexicano.
En quinto lugar, el resuello de una posible alza de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se vuelve a alejar, sobre todo tras el dato de empleo de enero publicado el pasado viernes. Aparentemente, el mercado laboral estadounidense todavía goza de capacidad ociosa suficiente como para que no existan presiones de costos laborales inquietantes que se puedan traducir en mayor inflación. Eso da espacio a la Fed para esperar, y así lo descuenta el mercado. Antes de conocerse el dato de empleo, la probabilidad de un alza de tasas en la reunión de marzo era de 32%. Al cierre de ayer, esa probabilidad se había reducido a un 24%. Esa circunstancia también ha relajado la curva de rendimiento de Estados Unidos, donde la tasa de 10 años ha pasado de niveles cercanos a 2.5% a un cierre de 2.37% ayer. En consecuencia, la tasa de 10 años de México ha pasado de niveles de 7.70% a un cierre de 7.35% ayer.
Por tanto, si bien el mercado y el consenso de analistas prevén un alza de 50 pbs, hay argumentos para pensar que Banxico podría ser menos agresivo y decantarse por un alza de 25 pbs. No hay que perder de vista que Banxico ya ha sido muy agresivo durante el 2016, y que la política monetaria actúa con retardo y buena parte del trabajo ya lo han realizado.