BERLÍN, 12 jul (Reuters) - La empresa alemana de productos cárnicos cuya planta fue el centro de un brote de COVID-19 que obligó a las autoridades a reimponer un confinamiento local se convirtió el domingo en objeto de las críticas de los políticos por solicitar el apoyo del Estado para cubrir los salarios de sus trabajadores en cuarentena.
El brote surgido en el matadero de la empaquetadora de carne Tönnies en la ciudad occidental de Gütersloh en junio infectó a 1.500 trabajadores, resultando en el confinamiento de otras 600.000 personas en el área circundante durante dos semanas.
También dio lugar a un debate nacional sobre las condiciones en que los empleados, muchos de ellos extranjeros, trabajan en la industria cárnica de Alemania.
El viernes, la empresa de titularidad privada, que cuenta con 16.500 empleados y unos 7.000 millones de euros en ingresos anuales, solicitó apoyo financiero al Estado alemán para pagar a sus trabajadores que han sido puestos en cuarentena sin haber caído enfermos previamente, informó el periódico Frankfurter Allgemeine.
"No estoy muy de acuerdo con esto", dijo la ministra de Agricultura Julia Klöckner al periódico Bild am Sonntag. "Después de que toda una región se viera obligada a confinarse, esto no ayudará a disminuir la irritación del pueblo".
La legislación alemana sobre prevención de enfermedades infecciosas permite que las empresas reciban apoyo si sus trabajadores están en cuarentena.
De este sentimiento de contrariedad se hizo eco Karl-Josef Laumann, ministro de Trabajo del estado de Renania del Norte-Westfalia, donde se encuentra el matadero. Laumann dijo que aunque Tönnies podría tener fundamentos legales para solicitar las ayudas estatales, la empresa debe ser cautelosa.
"Si yo estuviera en la posición del señor Tönnies y sus socios comerciales, me pensaría muy bien cuánto más esperamos que aguante la gente de Renania del Norte-Westfalia", dijo al periódico.
Tönnies no respondió a una solicitud de comentarios sorbe el asunto.
(Información de Thomas Escritt; editado por Raissa Kasolowsky; traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdansk)