Por Loren Elliott
TEXICO, EEUU, 15 feb (Reuters) - Carolina, de 17 años, se pone maquillaje y unos zapatos elegantes, habla entusiasmada con sus amigos por teléfono y se prepara para salir.
La casa que comparte con su madre y sus dos hermanos menores en Texico, Nuevo México, no es lujosa. Pero esta ciudad le proporciona algo que ella no tenía en su antiguo hogar en San Pedro Sula, Honduras: seguridad. Aquí, al menos, puede salir.
"Hay muchos pandilleros (en San Pedro Sula) y básicamente hacen lo que quieren, las calles son realmente peligrosas", dijo su madre, Orfa, en una entrevista a principios de este mes. "Casi nunca salía, me quedaba en casa con los niños".
Reuters no da a conocer el apellido de la familia para proteger su identidad, debido a su estatus migratorio incierto y el temor a represalias de las pandillas hondureñas.
Sus problemas en Honduras se profundizaron después de que Orfa se separó del padre de los niños, quedando sin una fuente de ingresos y con pocas posibilidades de encontrar trabajo.
Luego, una amiga de la escuela de Carolina fue violada por miembros de una pandilla, y a su hija le dijeron que "ella era la siguiente", relata Orfa.
A principios de 2018 Orfa inició con sus tres hijos el viaje de aproximadamente 4.300 kilómetros a través de México hacia Estados Unidos. Se unieron a una de las caravanas de miles de migrantes centroamericanos que realizaron el periplo durante el año pasado con la esperanza de obtener asilo.
Tras un agotador viaje de seis semanas caminando, en trenes y pidiendo aventones, en el que la familia dependía en gran medida de la amabilidad de los extraños para comer, terminaron en un refugio en Tijuana. La ciudad mexicana se ha convertido en el hogar temporal de cientos de migrantes que esperan, a veces por meses, solicitar formalmente asilo Estados Unidos. ---------------------------------------------------------------- Para ver una galería de fotos: https://reut.rs/2V1g0D0 ----------------------------------------------------------------
El turno de Orfa para postular llegó después de una semana. La familia fue trasladada a un centro de detención en Texas y luego liberada de la custodia para esperar futuras comparecencias ante el tribunal, lo que sugiere que las autoridades creen que la familia demostró lo que el gobierno de Estados Unidos califica de "miedo creíble" de regresar a casa.
En la terminal de buses de San Antonio, la familia y otros miembros de la caravana se despidieron emocionados mientras se dirigían a diferentes partes de Estados Unidos. Orfa y sus hijos han estado en Texico desde mayo, viviendo en un sitio al que ya habían llegado primos y otros familiares.
La familia se está adaptando a la vida en Estados Unidos. Carolina se ha hecho amiga de sus vecinos hondureños, pero los niños no pueden ir a la escuela sin una prueba de identidad, dijo Orfa. Conseguir comida cuando no le permitían trabajar era todo un reto.
Además, están pendientes de la decisión de las autoridades respecto a si pueden quedarse en Estados Unidos o deben regresar a Honduras. La mayoría de las solicitudes de asilo de los centroamericanos son finalmente rechazadas.
"Quiero darles a los niños lo que pueda, que vayan a la escuela", dijo Orfa. "Ellos son lo más importante. No es fácil estar aquí, pero tal vez los niños puedan estudiar y lograr algo".
(Escrito por Rosalba O'Brien. Editado en español por Javier Leira)