Para hacer frente a los vientos en contra de la economía, el banco central chino ha adoptado una política de relajación más enérgica, que incluye inyecciones de liquidez y una reducción de los costes de endeudamiento.
Estas decisiones monetarias, anunciadas el martes, han influido positivamente en el ánimo del mercado, en gran parte debido a las anticipaciones de un próximo paquete de estímulo fiscal que funcionaría en tándem con las estrategias monetarias y financieras ya en marcha.
A pesar de estas medidas, el Banco Popular de China (PBOC) se enfrenta a críticas por no abordar directamente el problema central que obstaculiza el crecimiento económico: la continua caída de la demanda de los consumidores.
Los analistas sostienen que sin políticas fiscales diseñadas para aumentar el gasto de los consumidores, como la mejora de las pensiones y las prestaciones sociales, los esfuerzos del banco central pueden quedarse cortos para reactivar la economía.
Las medidas del PBOC, las más atrevidas desde la pandemia, pretenden contrarrestar las presiones deflacionistas y la grave recesión del mercado inmobiliario, que amenazan con hacer descarrilar el objetivo de crecimiento nacional de aproximadamente el 5% para este año. Sin embargo, el paquete total de estímulo se considera modesto, y su eficacia está bajo escrutinio.
Se espera que el reciente recorte del PBOC de las reservas obligatorias de los bancos libere 1 billón de yuanes (142.000 millones de dólares) en el sistema financiero. Sin embargo, esto puede dar lugar a más compras de bonos soberanos que préstamos a la economía real, dada la débil demanda de crédito por parte de hogares y empresas.
Además, se prevé que la reducción de los tipos hipotecarios libere otros 150.000 millones de yuanes anuales para los hogares, lo que supone sólo una pequeña fracción de la producción económica anual.
El banco central también redujo el tipo de interés básico en 20 puntos básicos, un recorte mayor de lo habitual pero aún modesto en comparación con las medidas de otros bancos centrales, como la reducción de 50 puntos básicos de la Reserva Federal de EE.UU. la semana pasada.
En octubre, Pekín anunció la emisión de 1 billón de yuanes adicionales en bonos especiales del Tesoro para financiar proyectos de infraestructuras que garanticen la consecución del objetivo de crecimiento para 2023. Sin embargo, la eficacia de medidas similares para este año sigue siendo incierta.
Los funcionarios han insinuado un ligero giro hacia el gasto centrado en el consumo, como las subvenciones para la compra de nuevos electrodomésticos, una medida en línea con las antiguas recomendaciones de los economistas para corregir el importante desequilibrio inversión-consumo del país.
Los analistas de Nomura sugieren que Pekín podría mejorar el reequilibrio económico aumentando las pensiones y las prestaciones médicas para los grupos de bajos ingresos y ofreciendo subsidios a la natalidad. No obstante, advierten de que estas medidas podrían no ser inmediatas y afirman que las políticas monetarias y financieras por sí solas son insuficientes para frenar la desaceleración económica.
Las recientes medidas del PBOC han abierto la posibilidad de estímulos adicionales, y el mercado anticipa anuncios de un importante programa de emisión de bonos en las próximas semanas. Sin embargo, el consenso entre los expertos es que el estímulo fiscal debe liderar la carga, aconsejando a los inversores que moderen sus expectativas.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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