A medida que se acercan las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre, Europa se prepara para unos resultados que podrían afectar significativamente a su economía. La elección presenta una elección entre una presidencia de Kamala Harris, que se espera continúe las políticas de Joe Biden, y un potencial segundo mandato de Donald Trump, que podría traer desafíos más severos.
Es probable que una presidencia de Harris mantenga el statu quo en política comercial y en el reparto de costes de seguridad de la OTAN, y Europa prevé pocas desviaciones del enfoque de Biden. Por el contrario, una victoria de Trump plantea varios riesgos, como la posibilidad de que Estados Unidos retire su apoyo a Ucrania, lo que obligaría a los gobiernos europeos a aumentar rápidamente el gasto en defensa. Además, las amenazas de Trump de iniciar una guerra comercial mundial han suscitado preocupación en Europa por la posibilidad de ser el principal perdedor en ese escenario.
El apoyo bipartidista en Estados Unidos a la adopción de una línea dura con China plantea un dilema para la economía europea, impulsada por las exportaciones, que depende en gran medida del comercio tanto con Estados Unidos como con China.
ASML (AS:ASML), una empresa tecnológica holandesa, ya ha experimentado los efectos de las restricciones estadounidenses, con la prohibición de exportar la mitad de sus productos a China a raíz de los esfuerzos de Estados Unidos. El Consejero Delegado de ASML, Christophe Fouquet, reconoció el impulso bipartidista a nuevas limitaciones en Estados Unidos.
El comercio es fundamental para Europa, ya que de él se deriva la mitad de su producción, y los 30 millones de empleos manufactureros de la región la hacen especialmente sensible a las restricciones comerciales. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) en EE.UU. ha añadido complejidad, al centrarse en el empleo estadounidense y las subvenciones a la energía verde, causando incertidumbre a las empresas europeas con operaciones en EE.UU.. Por ejemplo, la empresa alemana Trumpf ha detenido su expansión en EE.UU. debido a esta incertidumbre.
Las elecciones también podrían obligar a los gobiernos europeos a reconsiderar sus presupuestos de defensa, ya de por sí sobrecargados por la deuda derivada del gasto en la recuperación tras la pandemia. Mientras que una presidencia de Harris podría dar más tiempo a Europa para ajustarse a los mayores costes de seguridad, una presidencia de Trump podría hacer necesario un aumento inmediato del gasto en defensa.
Los economistas de Goldman Sachs han calculado que los aranceles propuestos por Trump podrían reducir la producción de la zona euro en un punto porcentual, un impacto significativo teniendo en cuenta la modesta previsión de crecimiento para este año.
La Comisión Europea ha formado un equipo confidencial para analizar cómo afectará a la UE el resultado de las elecciones estadounidenses, pero alcanzar un consenso sobre la política dentro de la UE sigue siendo un reto, como se ha visto con las divisiones del bloque sobre las importaciones chinas de vehículos eléctricos.
A la luz de las posibles tensiones en las relaciones transatlánticas, especialmente bajo una presidencia de Trump, algunos sugieren que esto podría ser un catalizador para que la UE implemente reformas económicas sustanciales para fortalecer su posición en relación con la economía estadounidense.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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