En la carrera por la presidencia de EE.UU. en 2024, la vicepresidenta Kamala Harris ha mantenido una postura estratégicamente ambigua en política energética, dejando a los ejecutivos de la industria inseguros sobre su posición. Harris, que tiene un historial tanto de defensora del clima como de política pragmática, ha evitado el lenguaje específico relacionado con la producción de energía en sus últimos discursos, centrándose en cambio en el cambio climático.
En la última semana, Harris ha utilizado repetidamente la expresión "crisis climática" en sus discursos, pero no ha abordado directamente su posición sobre la energía, la fracturación hidráulica o el petróleo, a pesar de la importancia de estas cuestiones para los votantes de los principales estados disputados. Su campaña ha expresado el deseo de atraer votantes sin alienar a quienes trabajan en industrias como la extracción y la fabricación.
En contraste con la ambigüedad de Harris, su oponente republicano, Donald Trump, la ha tachado de "lunática radical de izquierdas" y ha restado importancia a la urgencia del cambio climático. Harris ha contraatacado acusando a Trump de pretender "rendir nuestra lucha contra la crisis climática".
Aunque la campaña de Harris no ha proporcionado detalles específicos sobre su política energética, sí han indicado que probablemente se alinearía más estrechamente con las políticas de la administración Biden. Bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos ha registrado máximos históricos en la producción de petróleo y gas, y gigantes energéticos como Exxon (NYSE:XOM) y Chevron (NYSE:NYSE:CVX) han registrado beneficios récord. Harris ha apoyado la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y la ley bipartidista de infraestructuras, que se centran en ampliar las fuentes de energía renovables.
Un cambio claro en la postura de Harris es su posición actual sobre el fracking. Ya no apoya la prohibición de la fracturación hidráulica en terrenos federales, una política que Biden intentó pero no pudo aplicar. Como senadora, Harris había apoyado el Green New Deal y se oponía a nuevas infraestructuras de combustibles fósiles, pero su campaña indica ahora un alejamiento de estas posiciones anteriores.
El historial de Harris como fiscal general de California muestra sus esfuerzos contra la contaminación, incluidos acuerdos multimillonarios con Chevron y BP (NYSE:BP) por infracciones. Sin embargo, su compromiso con la industria del petróleo y el gas fue limitado durante su estancia en el Capitolio.
En Pensilvania, un estado crítico para las elecciones, Harris ha recibido el apoyo de los principales sindicatos a pesar de no haber aclarado su postura sobre el gas natural y las exportaciones de GNL. La administración Biden suspendió la concesión de nuevos permisos de exportación de GNL a principios de este año, y la campaña de Harris no ha indicado si esta pausa continuaría bajo su presidencia.
La American Fuel & Petrochemical Manufacturers ha lanzado una campaña publicitaria en la que destaca su preocupación por los mandatos sobre vehículos eléctricos, sugiriendo que hasta que Harris no diga lo contrario, creen que apoya sus planes políticos y acciones legislativas anteriores.
A medida que se acercan las elecciones, la política energética de Harris sigue siendo un tema de debate, ya que su campaña se centra en la aplicación de la IRA y el aprovechamiento de sus éxitos, mientras que su enfoque exacto de los combustibles fósiles y las fuentes de energía renovables aún no se ha articulado plenamente.
Reuters ha contribuido a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.