Los mercados monetarios esperan actualmente que la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo (BCE) apliquen políticas de relajación casi idénticas hasta finales del próximo año, con previsiones de 135 puntos básicos (pb) de relajación por parte de la Reserva Federal, 134 pb por parte del Banco de Inglaterra y 133 pb por parte del BCE. Sin embargo, los indicadores económicos sugieren que esta sincronía podría no mantenerse.
Hasta ahora, la Reserva Federal ha recortado los tipos en 50 puntos básicos, al igual que el BCE, mientras que el Banco de Inglaterra ha aplicado una reducción más modesta de 25 puntos básicos. A pesar de estos movimientos paralelos, los panoramas económicos de EE.UU. y Europa son divergentes.
Los EE.UU. están mostrando un sólido crecimiento económico, con un PIB por encima del 3% y revisiones al alza de las previsiones, junto con un mercado laboral fuerte. Estos factores apuntan a un ciclo de recortes de tipos de la Reserva Federal potencialmente menos profundo, con un tipo terminal que podría acercarse al 4%.
Por el contrario, la zona euro registra una inflación inferior al objetivo del BCE del 2%, con algunos países como Irlanda por debajo del 1%. Alemania, economía clave del bloque, corre el riesgo de sufrir una segunda contracción anual consecutiva del PIB.
Los economistas de los bancos mundiales anticipan que el BCE podría tener que recortar los tipos de forma más agresiva de lo que actualmente prevén los mercados, potencialmente 50 puntos básicos por reunión en el primer semestre del próximo año.
Los economistas europeos de Nomura sugieren que el tipo terminal podría situarse ligeramente por debajo del 1,50%, mientras que el análisis de Morgan Stanley apunta a un tipo neutral nominal del BCE tan bajo como el 1,0-1,4%.
La situación económica de Gran Bretaña no es tan grave como la de la zona euro, pero los analistas se muestran perplejos ante la expectativa de que el Banco de Inglaterra suavice su política monetaria tanto como la Reserva Federal. Los analistas de Goldman Sachs han calculado que el tipo neutral nominal de Gran Bretaña se sitúa en torno al 2,75%, lo que indica que el BoE podría tener que recortar los tipos más de lo previsto actualmente.
La divergencia en las trayectorias de los tipos podría tener implicaciones para los mercados de divisas. Si los tipos estadounidenses bajan menos que los europeos, podría cuestionarse la expectativa de un debilitamiento del dólar. Un dólar más fuerte podría beneficiar a la zona euro al abaratar su moneda, lo que podría apoyar la inflación e impulsar las exportaciones, especialmente a la luz de los retos económicos a los que se enfrenta China, uno de sus principales socios comerciales.
Los operadores pueden mostrarse reticentes a ajustar sus previsiones de tipos en medio de la actual incertidumbre que rodea a las próximas elecciones estadounidenses. Sin embargo, una vez que se aclare el panorama político, es probable que surjan ajustes en las expectativas de relajación de la política de los bancos centrales.
Reuters ha colaborado en la elaboración de este artículo.
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