En medio del aumento de la inflación mundial y los problemas económicos, los gobiernos de los países en desarrollo se enfrentan a la reacción de su población ante los intentos de recortar las subvenciones a los combustibles. En Nigeria, la supresión de las subvenciones a los combustibles ha triplicado el precio de la gasolina, provocando un descontento generalizado y protestas. Antonia Arosanwo, una madre de cinco hijos de Lagos, expresó su frustración cuando sus gastos de transporte aumentaron más del doble, reflejando un sentimiento común entre los nigerianos que salieron a la calle la semana pasada.
Del mismo modo, en África y otros mercados emergentes, los gobiernos se enfrentan al dilema de reducir las costosas subvenciones a los carburantes y, al mismo tiempo, hacer frente al aumento del coste de la vida. Egipto y Malasia han aumentado recientemente el precio de los combustibles para reducir el gasto en subvenciones.
El Fondo Monetario Internacional ha destacado que las subvenciones a la energía alcanzaron la cifra récord de 7 billones de dólares en 2022, lo que representa el 7,1% del PIB mundial. Mientras que los subsidios son criticados por ser ineficientes y propensos a la corrupción, los países emergentes encuentran particularmente difícil financiar estos subsidios debido a la alta deuda y las tasas de interés globales.
El Presidente de Nigeria, Bola Tinubu, que puso fin a las subvenciones tras su toma de posesión el año pasado, se enfrentó a una protesta pública cuando los precios del combustible se dispararon, lo que llevó a una congelación temporal y a un eventual restablecimiento de las subvenciones a pesar del desplome de la moneda naira.
El temor a los disturbios públicos por políticas económicas impopulares es palpable entre los líderes mundiales, como se ha visto en la dimisión del primer ministro de Bangladesh y la revocación de la subida de impuestos por parte del presidente de Kenia tras las protestas. Estos acontecimientos señalan una mayor cautela entre los responsables políticos frente a las subidas del precio del combustible.
La tensión económica es evidente, ya que las subvenciones de Nigeria representan el 3% de su PIB, y su compañía petrolera debe miles de millones por las importaciones. Las subvenciones de Senegal alcanzaron el 3,3% del PIB el año pasado, mientras que la factura de las subvenciones de Angola en 2022 fue significativa en comparación con su gasto en programas sociales.
Angola se ha comprometido a eliminar las ayudas al precio del combustible para finales del año que viene, a pesar de las mortíferas protestas por las subidas de precios del año pasado. La necesidad de un presupuesto sostenible es crucial para atraer el dinero de los inversores, como señala Chris Celio, economista senior de ProMeritum Investment Management.
El Presidente Tinubu ha hecho un llamamiento a la paciencia pública y ha prometido medidas de apoyo social, como una educación asequible, aunque no ha hecho comentarios sobre nuevas subidas del coste del combustible.
Mientras prosigue el debate sobre las subvenciones a los combustibles, la urgencia de un planteamiento equilibrado que tenga en cuenta tanto la responsabilidad fiscal como el bienestar público sigue siendo un reto acuciante para los gobiernos de todo el mundo.
Reuters ha contribuido a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.