Por Vivian Sequera y Corina Pons
CARACAS/BARQUISIMETO, Venezuela, 20 mayo (Reuters) - Los venezolanos elegían el domingo presidente en unos criticados comicios signados por la apatía en los que el mandatario Nicolás Maduro, pese a la profunda crisis económica, enfrenta pocos escollos para lograr otros seis años de gobierno.
Sin los principales candidatos de la oposición, con un tribunal electoral percibido como afecto al gobierno y en medio de críticas de muchos países que dijeron no reconocerán los resultados, el heredero del líder Hugo Chávez se enfrenta a tres rivales minoritarios que fracturaron el voto opositor.
Dos minutos después de las 6.00 hora local (1000 GMT) y al abrir las mesas, Maduro sufragó en un centro del oeste de Caracas y, confiado en su victoria, dijo que llamará a un diálogo nacional para buscar la estabilidad del país.
"Aquí hay que cambiar muchas cosas", sostuvo el mandatario. "¿Qué queremos los venezolanos? Una nueva economía, la que tenemos hoy no nos sirve porque ha sido infectada por el neoliberalismo".
"Voto o bala, patria o colonia, tu voto decide", dijo el exchofer de autobús de 55 años.
Venezuela, la nación con mayores reservas petroleras del mundo, sufre una recesión, hiperinflación y escasez de todo tipo de productos que deterioraron el tejido social y empujaron a más de un millón de venezolanos a abandonar su país.
Una nuevo triunfo de Maduro podría desatar sanciones petroleras de Estados Unidos y una nueva condena de países vecinos y de Europa.
Maduro culpa de la situación a una "guerra económica" de la oposición con apoyo de Washington para desbancarlo, pero sus críticos dicen que el mal manejo económico y los controles sobre la economía sumado a la caída del precio internacional del crudo que Venezuela exporta han desencadenado la situación actual.
Con la coalición opositora -cuyos líderes más populares están encarcelados o tienen prohibido postularse- llamando a abstenerse y dejar "las calles desoladas" para no legitimar lo que denomina una "dictadura", la abulia ganó terreno entre muchos venezolanos. Muchas encuestas esperan una baja afluencia.
Aunque no se espera que le hagan sombra a Maduro, sus dos principales retadores son el exgobernador Henri Falcón, un exchavista que también pasó por la coalición opositora y busca conquistar a los oficialistas desencantados, y el pastor Javier Bertucci, que confía en movilizar el voto evangélico del país.
"Yo no voy a dar mi voto, no voy a ser partícipe de algo fraudulento", dijo Shelimar Figueroa, una estudiante de Derecho de 22 años, en Barquisimeto, capital del estado occidental Lara, que fue gobernado por Falcón desde 2008 hasta el año pasado.
Por eso Maduro ha llamado a los 20,5 millones de ciudadanos empadronados, desde las costas del Caribe hasta las sabanas del interior venezolano, a salir a votar.
Las autoridades agilizaron trámites entregando el sábado cédulas, el único documento válido para votar, para que los venezolanos que no la tenían puedan sufragar hasta las 18.00, cuando cierran las urnas.
Y el gobierno ha acelerado también con su aceitado aparato la distribución de cajas de alimentos a precios subsidiados a los que menos tienen, el electorado históricamente más fiel al chavismo.
"Tengo tres hijos y con la caja me va muy bien", dijo Janneth Pérez, de 39 años y residente de la inmensa barriada de Petare, en un mitin oficialista. "Seguiré apoyando a Maduro hasta que Dios salga de mí". (Reporte adicional de Alexandra Ulmer en Caracas. Editado por Pablo Garibian)