Por Senad Karaahmetovic
A principios de esta semana, China presentó la versión actualizada de sus directrices respecto al COVID-19. El objetivo es relajar considerablemente la estricta política china de control del COVID-19, que ha sido muy criticada en los últimos meses.
Las nuevas directrices, que entrarán en vigor el 8 de enero, rebajan la gestión del COVID-19 de la categoría A a la categoría B. Esto significa que el país ya no exigirá medidas de cuarentena para los casos de COVID y dejará de rastrear a sus contactos cercanos.
Además, China también pondrá fin a su campaña de pruebas frecuentes y a la cuarentena centralizada para los viajeros entrantes.
El economista jefe para China de Morgan Stanley, dijo que las nuevas directrices representan el "último obstáculo para la plena reapertura".
"Esto significa que la reapertura de China se habrá completado en líneas generales a principios de enero, un ritmo en consonancia con las expectativas alcistas (sobre COVID) de nuestras previsiones a un año. Seguimos esperando que China alcance un crecimiento superior al consenso del 5.4% en 2023", afirma en una nota.
Su homólogo en Goldman Sachs ve las directrices actualizadas como "otro paso significativo hacia la plena reapertura".
"Esto añade convicción a nuestra previsión por debajo del consenso para el crecimiento del PIB del cuarto trimestre (+1.7% interanual) y por encima del consenso para el PIB de 2023 (+5.2% interanual)", dijo el economista de Goldman en una nota.
También cree que la reapertura de China es alcista para el CNY.