Artículo original de Robert Zach y traducido por Carlos R. Cózar
Es la bebida favorita de millones de europeos. Además, es el sustento de cientos de miles de familias en Sudamérica, América Central, Asia y África. Estamos hablando del viejo y aromático café.
Desafortunadamente, pocas personas conocen las condiciones catastróficas e inhumanas en muchas regiones donde se produce esta materia prima. Y la reciente caída de los precios internacionales del café está agravando aún más la situación en muchas regiones del mundo.
Junto a los especuladores y la creciente sobreproducción de países como Vietnam y Brasil, se han unido también las grandes corporaciones, que revientan miles de millones de dólares con el oro marrón mientras que los que cultivan el café solo gana 2 centavos de dólar por cada taza.
La razón puede parecer trivial: un puñado de corporaciones multinacionales dominan el mercado del café. Las fusiones y adquisiciones hicieron que estas compañías fueran cada vez más grandes. En comparación con las pequeñas empresas, los cafeteros y los trabajadores que continúan expandiendo su posición de poder y, por lo tanto, pueden dictar los precios del café a su voluntad. Las compañías siguen una política de maximización imprudente de ganancias, que conduce a una pobreza masiva entre la población rural.
Mientras, en Europa se mira para otro lado. Hacerse el sueco y no cambiar estas medidas es algo reconocido en esta región. Pero eso está mal. Después de todo, las personas en otros países, como África o América del Sur, están perdiendo su sustento. Los niños ya no reciben una educación digna. Incluso la inestabilidad social y el saqueo no pueden ser descartados.
Tenemos que analizar de manera sesuda lo que está pasando. Porque no puede seguir así. Ya lo hizo Fernando Morales-de la Cruz, fundador de Café For Change, que dio en el clavo con un artículo en Forbes África titulado ‘Una lucha por el precio verdaderamente ideal del café’.
En su artículo, escribe que 25 millones de productores de café y más de 125 millones de personas involucradas en el cultivo del café se han sumido en una profunda crisis económica y humanitaria. Esta población es vulnerable a esta catastrófica crisis porque ni los gobiernos nacionales ni las corporaciones multinacionales de las economías desarrolladas tienen ningún interés en que estas personas vivan con dignidad.
Morales-de la Cruz enfatizó que las compañías de café multinacionales pagan menos de un dólar por libra de café en el día de hoy. Así, el café es 74% más barato que cuando se firmó el Acuerdo Internacional del Café de 1983. El pacto, que fue abolido por los Estados Unidos en 1989, tenía por objetivos económicos estabilizar los precios, aumentar el poder adquisitivo de los países en desarrollo y ajustar la oferta y la demanda.
El martes pasado, el precio del café fue de 93 centavos de dólar por libra, el precio más bajo desde 2006. Pero eso es solo la mitad de la historia, como escribe el fundador de Café For Change. Desde 1983, la libra de café cuesta hoy solo 36 centavos. En comparación, el precio del café en el Acuerdo Internacional del Café se fijó en 1,20 dólares a 1,40 dólares por libra. Con este rango de precios, se cubrieron los costes de producción.
Debido al precio actual, las multinacionales están generando miles de millones de dólares, mientras que los cafeteros y los trabajadores agrícolas se ven obligados a abandonar sus campos y mudarse con sus familias a los barrios marginales de las grandes ciudades y pasar hambre. Las corporaciones luego se tragan a las parcelas de cultivo y expanden aún más su poder de mercado. Incluso si el precio vuelve a subir en algún momento y las familias regresan a sus aldeas, y estos espacios ya no son suyas. Fueron privados de su sustento. Eso es robo y el mundo mira hacia otro lado.
Un medio alemán informó recientemente sobre el desplome de los precios del café y escribió que los costes de producción del café seguirán disminuyendo. Eso está mal, por supuesto. Aunque los costes pueden ser menores para las grandes fincas administradas por las compañías, ya que tienen un poder financiero mucho mayor, los costes se están disparando para los pequeños productores de café rurales, que forman la columna vertebral del mercado de café.
Esta situación la corroboró la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil la semana pasada en un comunicado de prensa. Los costos han aumentado, dice, mientras que los márgenes de ganancia ya son negativos.