El Consejero Delegado de Volkswagen (ETR:VOWG_p), Oliver Blume, se enfrenta al influyente sindicato alemán IG Metall por el posible cierre de plantas en Alemania y la supresión de un antiguo pacto de seguridad laboral.
El drástico cambio en la política de la empresa se produce en un contexto de elevados costes energéticos y laborales que están afectando a la competitividad de la industria alemana a escala mundial.
Blume, que lleva 30 años en Volkswagen y asumió el cargo de consejero delegado en 2022, es conocido por su capacidad para aplicar cambios sin provocar grandes conflictos con los representantes de los trabajadores.
Sin embargo, con las acciones de Volkswagen bajando significativamente en los últimos cinco años y la empresa detrás de un programa de reducción de costes de 10.000 millones de euros, el CEO está bajo presión para tomar decisiones difíciles. Entre ellas, una posible inversión de 5.000 millones de dólares en el fabricante estadounidense de vehículos eléctricos Rivian y una asociación con la china Xpeng (NYSE:XPEV).
La presidenta del comité de empresa, Daniela Cavallo, ha dejado claro que el sindicato "se opondrá ferozmente" al cierre de fábricas. Se espera que la reunión de personal prevista para el miércoles sea un acto polémico en el que la dirección se enfrentará a los trabajadores por los cambios propuestos.
La última vez que Volkswagen cerró una planta fue en 1988 en Pensilvania y, más recientemente, se ha debatido la posibilidad de cerrar una fábrica de Audi en Bruselas debido al descenso de la demanda de vehículos eléctricos de gama alta.
La estructura de gobierno de Volkswagen, que otorga una influencia significativa al estado regional de Baja Sajonia y a los sindicatos, complica la situación. Baja Sajonia tiene una cuota de voto del 20% y puede bloquear decisiones importantes, mientras que los representantes de los trabajadores ocupan la mitad del consejo de supervisión, donde se requiere una mayoría de dos tercios para las decisiones sobre los centros de producción. Los matices de la ley podrían dar cierto margen a la dirección, pero los sindicatos podrían argumentar que la deslocalización equivale a un cierre.
A pesar de los retos, el planteamiento de Blume ha obtenido cierto apoyo del mercado, como demuestra la subida del 1,2% de las acciones de Volkswagen tras conocerse que la dirección estaba considerando el cierre de plantas. Sin embargo, inversores como Moritz Kronenberger, de Union Investment, creen improbable un repunte significativo del mercado sin señales de cooperación por parte de los sindicatos.
El conflicto actual se considera una prueba para el liderazgo de Blume, y algunos observadores del sector, como Ferdinand Dudenhoeffer, del think tank CAR, sugieren que la estructura de liderazgo de Volkswagen ha hecho históricamente que la empresa sea "ingobernable", lo que ha provocado crisis recurrentes. El resultado de este último enfrentamiento podría tener implicaciones de gran alcance para el futuro de uno de los fabricantes de automóviles más emblemáticos de Alemania.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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