Por Geoffrey Smith
Investing.com - Nada crea transparencia como un conglomerado derivando unidades, lo que hace del debut Siemens Energy en la bolsa de Fráncfort el lunes un interesante caso de estudio sobre las perspectivas para el mercado energético.
Las acciones de la empresa recién salida a bolsa caen al comienzo de la jornada, para dar a la compañía una valoración implícita de unos 16.000 millones de euros, más de un cuarto por debajo de lo que Siemens y sus banqueros habían previsto.
Teniendo en cuenta que la empresa tiene una participación de dos tercios en Siemens Gamesa (MC:SGREN), un constructor de aerogeneradores con un valor implícito de 10.000 millones, está claro que el mercado no está poniendo demasiadas esperanzas en el resto de sus actividades, la mayoría de las cuales siguen lastradas por los cambios a largo plazo de la generación de combustibles fósiles.
La creación de Siemens Energy ha sido una oportunidad para que el director ejecutivo saliente Joe Kaeser desbloquee más valor para los accionistas liberando el conglomerado del peso muerto que es su negocio de ingeniería de energía térmica.
Esta perspectiva para esta división ha pasado de apetitosa a desastrosa en el espacio de 12 años, ya que primero la Gran Recesión y luego el auge de las energías renovables ha lastrado severamente la demanda mundial de las costosas turbinas alemanas de gas y carbón. Según una presentación para los mercados de capitales preparada por la compañía a principios de este año, los resultados —que habían recibido otro impacto cuando las guerras comerciales del presidente Donald Trump lastraron la demanda— se habían estabilizado antes de la pandemia, pero los últimos balances muestran que cualquier esperanza de un cambio de rumbo sigue siendo en gran medida eso: una esperanza.
El flujo de caja libre entre septiembre y junio ha descendido hasta 133 millones de euros, frente al total anual de 651 millones de todo el año fiscal 2019. Antes de intereses, impuestos y amortización, el negocio registró pérdidas de más de 1.000 millones de euros. No ha ayudado que Gamesa fuera golpeada durante este período por una costosa reestructuración en la India (un ejemplo familiar de la realidad de Siemens que espera superar las expectativas).
La compañía promete más grandes reducciones de los costes y el capital circulante los próximos años, pero reconoce que las pasadas racionalizaciones no han bastado para hacer que los costes desciendan más rápido que los ingresos. Además, la nueva compañía tiene una brecha de más de 1.000 millones en pasivos de pensiones que tendrá que financiar de alguna manera (y la tasa de descuento actual del 1,8% de sus pasivos parece algo elevada, dado que el rendimiento de la deuda alemana a 10 años está por debajo del 0,5%).
Dice mucho a favor de Kaeser que, hasta el final de su cargo en Siemens, ha simplificado la empresa matriz para que sea una empresa mucho más centrada y con visión de futuro. Aun así, deshacerse de las cargas del pasado no es tan fácil: la empresa todavía tiene casi la mitad de la empresa y sólo pretende vender un 25% como mucho. Eso explica por qué Siemens ha salido de la última década en mejor forma que General Electric (NYSE:GE), su eterno rival. Aun así, el descuento del conglomerado seguirá pisándole los talones a las acciones de Siemens en el futuro previsible.