Por Michael Elkins
La administración del presidente Biden anunció el miércoles que Tesla (NASDAQ:TSLA) abriría parte de su red de recarga en EE.UU. a los vehículos eléctricos (VE) fabricados por sus rivales como parte de un programa federal de 7,500 millones de dólares para electrificar las carreteras del país. Una medida que podría empujar a la empresa de vehículos eléctricos a convertirse en la estación de servicio universal de la era de los VE y que también corre el riesgo de erosionar una ventaja competitiva de los vehículos fabricados por la compañía.
Según el anuncio, Tesla abrirá 3,500 supercargadores nuevos y existentes a lo largo de los corredores de las autopistas, así como 4,000 cargadores lentos en lugares como hoteles y restaurantes, a clientes que no sean de Tesla para finales del próximo año. Para ayudar a reducir los costos de la transición, un funcionario de la Casa Blanca dijo que Tesla sería elegible para un subsidio - incluyendo la adaptación de su flota existente - siempre y cuando sus cargadores permitieran cargar otros vehículos con un estándar de carga respaldado por el gobierno federal llamado CCS.
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Tesla fue "una de las primeras empresas en este ámbito. Para nosotros era muy importante que todo el mundo participara en la conversación", declaró Mitch Landrieu, coordinador de infraestructura de la Casa Blanca, en una rueda de prensa previa al anuncio, en la que calificó a Musk de constructivo y "muy abierto".
En una conversación con altos funcionarios del Gobierno el año pasado, Musk dijo que "su intención era trabajar con nosotros para hacer su red interoperable", dijo el Asesor Nacional de Clima de la Casa Blanca, Ali Zaidi.
Abrir el acceso a la red de Tesla supondría una rápida victoria para un ambicioso programa federal que pretende construir 500,000 cargadores de vehículos eléctricos para 2030, frente a los 130,000 actuales.
En el último tramo de la sesión de este miércoles, las acciones de TSLA subían 1.74% al cotizar en los 212.90 dólares.