Por Eliana Raszewski
BUENOS AIRES, 25 oct (Reuters) - El presidente argentino Mauricio Macri no está acostumbrado a los fracasos. Pero sus desaciertos económicos lo dejaron a la espera de un milagro para lograr su reelección en los comicios del domingo.
El mandatario, un ingeniero de 60 años de una familia millonaria, entró a la política en la década de 1990 después de dejar su puesto en el poderoso grupo empresarial de su padre, Franco Macri, con quien siempre tuvo una tensa relación.
Su trampolín fue la presidencia del popular club de fútbol Boca Juniors, donde desde 1995 y por 12 años encabezó una gestión exitosa que le permitió ser conocido en todo el país.
"El salto a la política fue natural", dijo a Reuters Juan Radonjic, periodista y amigo de Macri. "En esa época todavía tenía mucha participación en el grupo SOCMA de su familia y pensó que iba a poder seguir perteneciendo a los dos grupos, el fútbol y el empresario. Pero Boca lo fue absorbiendo".
Impulsado quizás por el afán de demostrar su capacidad a su padre -quien según el propio Macri lo "boicoteaba"-, fundó su propio partido político y en 2007 fue electo alcalde de Buenos Aires, ciudad que gobernó por dos períodos consecutivos.
En 2015, y tras un ajustado balotaje, Macri logró el sueño de cualquier político y llegó a la presidencia. Con su perfil de candidato amigable con los mercados desbancó al peronismo del poder.
"Es un líder práctico. Tiene sus creencias y sabe lo que cree mejor, pero también sabe acordar para hacer lo máximo posible", dijo el senador Federico Pinedo, líder del oficialismo en la Cámara Alta.
Macri no logró cumplir sus objetivos de reducir la pobreza, generar un crecimiento sostenible de la economía ni bajar la inflación, elementos que llevaron a los votantes a castigar su gestión en las elecciones primarias de agosto.
Casado tres veces y padre de cuatro hijos, Macri nunca pudo despegarse completamente de la imagen de su padre, quien fue muy cuestionado por haberse enriquecido haciendo negocios opacos con el Estado.
En 2010 se casó con Juliana Awada, una empresaria textil madre de su hija más pequeña, Antonia, de ocho años.
Dueña de un estilo sencillo y elegante, Awada, a quien Macri suele llamar "hechicera", se convirtió en una primera dama de muy bajo perfil, que acompaña a su esposo en viajes y ceremonias oficiales y suele ser protagonista de notas periodísticas sobre su vestimenta.
MARCA INDELEBLE
La vida de Macri fue marcada por el secuestro que sufrió a los 32 años.
En 1991, un grupo de delincuentes lo raptó frente a su residencia de un elegante barrio de Buenos Aires, lo metió en un ataúd dentro de una camioneta y lo mantuvo cautivo 15 días, encadenado en un sótano de una casa, hasta que su padre pagó un millonario rescate.
"Siempre dijo que entró siendo una persona y salió siendo otra", explicó Radonjic en una entrevista telefónica. "Empezó a mirar la vida de una manera distinta luego de esa experiencia límite".
Natasha Niebieskikwiat, autora del libro El Secuestro que relata ese episodio, dijo a Reuters que esa experiencia lo llevó a iniciar sesiones de terapia y que lo conectó más "con la calle, con la vida real".
"Lo volvió un poco más fóbico. Macri ya era bastante tímido y distante y durante muchos años decía que si lo tocaban por atrás, se sobresaltaba", explicó Niebieskikwiat.
El año pasado, luego de que el país se sumergiera en una grave crisis financiera y económica por la falta de financiamiento externo, Macri recordó esa traumática experiencia.
"Son los peores cinco meses de mi vida después de mi secuestro", señaló en septiembre de 2018 en referencia a los problemas económicos del país, que se ahondarían este año.
Poco acostumbrado a las derrotas, Macri no pudo disimular su enfado en público tras el resultado de las primarias.
"Me duele en el alma que haya habido tantos argentinos que crean que hay una alternativa volviendo al pasado, yo creo que no la hay", dijo el día de la elección en referencia al rotundo respaldo que recibió el líder opositor Alberto Fernández.
El desplome de los mercados, que reaccionaron negativamente ante su derrota en las primarias, lo forzó a recurrir a medidas que había criticado duramente en el pasado, como controles de capitales y el congelamiento de los precios de los combustibles para contener la devaluación de la moneda y una aceleración de la inflación.
Juan José Aranguren, un exministro de Energía de Macri que fue echado tras 30 meses de gestión y un fuerte aumento de las tarifas, dijo en una reciente entrevista con el diario La Nación que se fue descepcionado de la gestión.
"Cuando me fui le dije a Macri (...) que salía desilusionado porque había terminado haciendo algo que él dijo que nunca iba a hacer: lo políticamente correcto", explicó Aranguren.
(Con reporte adicional de Nicolás Misculin y Hernán Nessi/editado por Gabriel Burin, Juana Casas y Pablo Garibian)