- Rusia dice a los saudíes lo que querían oír mientras vende petróleo a precios mínimos
- La situación de Moscú subraya la dificultad de luchar contra el tope de 60 dólares por barril impuesto por el G7
- Los próximos límites a los combustibles rusos agravan los problemas del Kremlin
Se acerca el tercer aniversario de la infame lucha entre Rusia y Arabia Saudí por las cuotas de exportación de petróleo.
Se podría perdonar que uno se preguntara cómo pudo llegar a producirse semejante conflicto con el afecto y la diplomacia que despliegan estos días Vladimir Putin y el príncipe heredero Mohammed bin Salman. Precisamente el lunes, el veterano líder ruso llamó al más joven de la realeza saudí para asegurarle el apoyo de Moscú en el mantenimiento de la estabilidad de los precios del petróleo, según ha informado el Kremlin en un comunicado.
Pero el Kremlin indicó ese mismo día que Putin había autorizado a las petroleras rusas a vender barriles al precio que consideraran oportuno para que el crudo del país, fuertemente sancionado, siga moviéndose en el mercado mundial.
El aumento de las exportaciones de crudo ruso a precios mínimos —aparentemente a India y China, los únicos destinos que pueden recibir ese material sancionado— lastrará las ventas de la petrolera estatal de Riad, Saudi Aramco (TADAWUL:2222), a los mismos países que constituyen los mayores mercados del reino en Asia.
Más allá de eso, también desbaratan el objetivo de los saudíes de mantener un estricto control sobre el suministro de la OPEP+, un logro del que a los funcionarios del reino les encanta hablar, citando a menudo el cumplimiento del 100% o más de las cuotas de producción de la alianza de productores de petróleo.
Todo apunta a que la OPEP+, que se reúne el miércoles, mantendrá inalterados los objetivos de producción acordados en diciembre por los 23 países que la integran. También se espera que los rusos, que copresiden la OPEP+ junto con los saudíes, recuerden al resto del grupo su compromiso de mantener la estabilidad del mercado (menuda ironía).
La maniobra rusa de dar esperanzas a Arabia Saudí y barriles baratos a India y China subraya la dificultad a la que se enfrenta Putin para luchar contra el tope de precios de 60 dólares por barril impuesto por el G7 al petróleo de su país y, al mismo tiempo, intentar cumplir los propios compromisos de Moscú en el marco de la OPEP+.
El Kremlin, durante sus declaraciones sobre los envíos de petróleo ruso, dejó claro que el Gobierno "prohíbe las exportaciones de petróleo que se adhieran a las limitaciones de precios occidentales".
Pero Moscú también ha indicado que permitiría a la empresa privada rusa un mayor control sobre las exportaciones al afirmar que "ha encargado a las compañías petroleras que supervisen la redacción de los contratos".
Por si esto fuera poco, añadió una frase que resultó de lo más condenatoria para los alcistas del mercado del petróleo: que "el Gobierno ruso no ha fijado un precio mínimo para las exportaciones de petróleo".
Eso bastó para que los precios del crudo cayeran un 2% al cierre de la jornada, tras una acción alcista intradía que hizo que el mercado llegara a subir un 2% en un momento dado.
John Kilduff, socio del fondo de cobertura neoyorquino Again Capital, afirma:
"Una vez descifrados, los tres mensajes significan que el Gobierno ruso mantiene su actitud grandilocuente contra las limitaciones de precios de Occidente, abriendo a la vez una puerta trasera para que sus compañías petroleras hagan lo que sea necesario para que su petróleo circule en el mercado.
Cooperación OPEP+
Esto supone un grave problema para la llamada cooperación dentro de la OPEP+, que se basa en que sus principales socios, Arabia Saudí y Rusia, mantengan las exportaciones en los niveles más bajos posibles y los precios apoyados en el extremo superior".
No ha sido una asociación fácil para ninguno de los dos desde que se unieran en 2015 para rescatar los precios del crudo que llegaron a registrar mínimos de 26 dólares por barril en el apogeo de la revolución del petróleo de esquisto de Estados Unidos. La OPEP, u Organización de Países Exportadores de Petróleo, dirigida por los saudíes, contaba entonces con 15 miembros, y otros nueve se unieron a Rusia en el grupo ampliado conocido como OPEP+, sumando un total de 25. Finalmente, dos abandonaron el grupo, dejando la coalición de 23 países que conocemos hoy.
Tras el relativo éxito de volver a situar el mercado por encima de los 50 dólares por barril a finales de 2019 mediante reducciones de la producción, la alianza se enfrentó al mayor desafío de sus seis décadas de existencia cuando estalló la pandemia del coronavirus en marzo de 2020. Los saudíes, conscientes de la necesidad de reducir aún más la producción, propusieron recortes drásticos.
Pero Putin se opuso esta vez, dando por sentado que Moscú tenía la economía suficiente como para vivir con un petróleo más barato.
Un enfadado MbS (como se conoce al príncipe heredero saudí por sus iniciales) emprendió entonces una guerra sin cuartel de precios y producción dirigida no sólo contra Rusia, sino también contra Estados Unidos, al que los árabes consideraban la causa fundamental de la destrucción del mercado por el incesante suministro de petróleo de esquisto que ha convertido a Estados Unidos en el mayor productor mundial con un récord de más de 13 millones de barriles al día en marzo de 2020.
Después de que el crudo estadounidense se desplomara a unos increíbles -40 dólares por barril en abril de 2020, se pidió una tregua, en la que el expresidente estadounidense Donald Trump hizo de mediador. En poco más de dos años, en marzo de 2022, una semana después de la invasión rusa de Ucrania, el petróleo Brent de referencia mundial registró máximos de 14 años en casi 140 dólares, mientras que el crudo estadounidense West Texas Intermediate llegó a superar los 130 dólares.
Un año más tarde, el petróleo vuelve a tener problemas de demanda, ya que los daños inflacionistas de la pandemia obligan a los bancos centrales a adoptar las subidas de tipos más estrictas de las últimas cuatro décadas, amenazando con la recesión a las economías de Estados Unidos y Europa.
El WTI ha vuelto a situarse por debajo de los 80 dólares esta semana, mientras que el Brent cotiza por debajo de los 90 dólares. Pero no todo está perdido para los alcistas del petróleo, ya que la largamente demorada recuperación de China tras la pandemia podría dar lugar a un récord mundial de consumo de crudo este año, según la Agencia Internacional de la Energía, con sede en París, una entidad que suele ser pesimista en cuanto al petróleo.
China mantiene la apuesta
Al menos cuatro buques de transporte de crudo de gran tamaño (VLCC, por sus siglas en inglés) de propiedad china transportan crudo ruso Urals a China, ya que Moscú necesita buques para las exportaciones después de que la limitación de precios del petróleo impuesta por el G7 restringiera el uso de servicios de carga y seguros occidentales, según informó Reuters hace dos semanas. El informe añade que un quinto superpetrolero enviaría crudo a la India.
En diciembre, India compró una media de 1,2 millones de barriles al día de petróleo Urals ruso, 33 veces más que el año anterior y un 29% más que en noviembre. Según un informe de Reuters del 14 de diciembre, los descuentos del petróleo Urals en los puertos occidentales rusos para su venta a la India en algunos acuerdos se ampliaron hasta 32-35 dólares por barril frente al Brent cuando no se incluía el flete.
Según otro informe de Reuters, China pagó en diciembre los mayores descuentos en meses por el crudo ruso ESPO, en un contexto de demanda débil y márgenes de refinación escasos. El ESPO se exporta desde el puerto ruso de Kozmino, en el Lejano Oriente, y las refinerías chinas son clientes dominantes del mismo.
Por si fuera poco, un informe de Reuters del pasado viernes señalaba que los embarques de petróleo ruso desde sus puertos del Báltico iban a aumentar un 50% en enero con respecto a los niveles de diciembre. Rusia cargó 4,7 millones de toneladas de petróleo Urals y KEBCO desde los puertos bálticos en diciembre. El aumento de enero se debe a que los vendedores intentan satisfacer la fuerte demanda de Asia y beneficiarse de la subida de los precios mundiales de la energía, según el informe.
Los saudíes, por su parte, han recortado drásticamente los precios de su propio petróleo ligero (Arab Light) a Asia para intentar seguir siendo competitivos a pesar de la despiadada subcotización de los rusos, que se supone que son su aliado más cercano dentro de la OPEP+.
Es posible que Putin no tenga más remedio que redoblar las ventas de petróleo barato hasta que la demanda china eleve el Brent por encima de los 90 dólares, lo que permitiría a Moscú exigir más por el Urals que vende a las refinerías chinas e indias.
Tim Ash, estratega de BlueBay Asset Management, estima que Putin se ha visto obligado por un déficit presupuestario que podría alcanzar cerca del 6% de la renta nacional este año. Estima que el superávit por cuenta corriente de Rusia se ha reducido tras sufrir una fuga masiva de capitales.
Según Jacob Nell, uno de los autores de un informe de la Escuela de Economía de Kiev (Ucrania), los ingresos de Rusia por la exportación de hidrocarburos se reducirán ya este año a la mitad, hasta unos 180.000 millones de dólares. Nuevas restricciones reducirían esa cifra en 40.000 millones, dos tercios de los cuales procederían de la disminución de ingresos por petróleo y un tercio del gas.
Según Nell, esto podría llevar a la economía rusa al borde del abismo. El rublo podría desplomarse y la inflación dispararse, provocando retiradas bancarias y un aumento de la fuga de capitales. El Gobierno tendría que subir los tipos de interés y recortar el gasto.
Hugo Dixon, columnista de Reuters, afirma:
"El Kremlin podría responder con medidas drásticas, como estrictos controles de capital o la impresión de dinero. Pero eso mermaría la popularidad del Gobierno de Putin, socavándolo y aumentando la presión para que se retire de Ucrania".
En última instancia, Rusia podría amortiguar el golpe de la disminución de las exportaciones de energía vendiendo parte de las reservas de su banco central que no están congeladas, explica Dixon. Pero también sugiere que podría esperar a ver qué más hace Occidente.
El 5 de febrero entrarán en vigor en el G7 otras dos limitaciones a los precios de los productos petrolíferos refinados procedentes de Rusia. Los funcionarios de la UE están considerando un tope de 100 dólares por barril para el gasóleo ruso y otro de 45 dólares por barril para el fuelóleo ruso, según ha conocido Bloomberg.
La Unión Europea prohibirá las importaciones de combustibles refinados rusos el 5 de febrero, sumándose así al embargo sobre el crudo ruso transportado por mar que comenzó en diciembre.
Conclusión
Nadie sabe a ciencia cierta qué efecto tendrán en el Kremlin las dos nuevas limitaciones impuestas al combustible ruso. Sea como fuere, es posible que China e India no acudan al rescate de Putin en este sentido, afirma Viktor Katona, analista jefe de crudo de Kpler, en comentarios recogidos por Markets Insider.
"Ambos son exportadores netos de productos, así que no hay necesidad de que importen más".
Dejando a un lado los superdescuentos, la razón por la que India y China han estado comprando crudo ruso como si no hubiera un mañana es para procesar ese petróleo y convertirlo en productos, como gasóleo, que podrían revenderse a Europa y otros lugares.
El Financial Times señalaba hasta qué punto llegaban los chinos, que enviaron un cargamento refinado a Letonia, a pesar del tiempo y el coste adicionales que supone el transporte marítimo a través de tales distancias.
Los indios incluso tuvieron la impunidad de exportar a Nueva York combustible producido a partir de crudo ruso mediante un transbordo en alta mar, a pesar de las sanciones estadounidenses que prohíben la importación de productos energéticos de origen ruso, incluidos combustibles refinados, destilados, crudo, carbón y gas.
Según Stephen Ellis, estratega de Morningstar especializado en energía y servicios públicos, la prohibición de los combustibles rusos podría dar a China e India más margen para negociar los suministros que acaben comprando.
Los combustibles rusos con precios limitados podrían encontrar compradores en Singapur y Fujairah, en los Emiratos Árabes Unidos, y desde allí dirigirse a mercados asiáticos más grandes, aunque no a los más grandes, añade Ellis.
Los productos rusos también podrían dirigirse a África Occidental y Latinoamérica, mientras que Europa probablemente empezaría a abastecerse en mayor medida de gasóleo procedente de Estados Unidos y Asia, en una "partida de sillas musicales", según Katona.
Rusia también podría refinar menos combustible y exportar aún más crudo a India y China.
Por ahora, parece que los saudíes tienen que contar con cualquier esperanza que les den los rusos, y rezar para que la demanda china arranque con suficiente fuerza, como dice la Agencia Internacional de la Energía, para superar la amenaza de recesión en Estados Unidos y Europa.
Se avecinan tiempos difíciles para la OPEP+.
Descargo de responsabilidad: Barani Krishnan utiliza una serie de puntos de vista aparte del suyo para aportar diversidad a su análisis de cualquier mercado. En pos de la neutralidad, presenta opiniones contrarias y variables de mercado. No tiene participaciones ni mantiene una posición en las materias primas o valores sobre los que escribe.