En Argentina, la inflación proyectada para el año 2016 fue del 25%; la efectiva del 40%. La inflación proyectada para el año 2017 fue del 17%; la efectiva del 24,8%. La inflación proyectada para el 2018 es del 15%; sería un logro que termine en la zona del 30%.
El Banco Central, con Federico Sturzengger a la cabeza, ha fracasado a todas luces en alcanzar las metas de inflación que él mismo se ha puesto y alguien tiene que asumir la responsabilidad de los hechos. En cualquier trabajo, si uno falla en sus objetivos de esta manera, termina en la calle. No veo por qué acá deba ser diferente.
¿Por qué es esto un problema? Porque toda política anti inflacionaria tiene un componente vital de credibilidad que en condiciones normales pone un techo a las expectativas de inflación. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha perdido toda reputación, y la sociedad no le cree en absoluto. Todavía peor: le deja un camino cuesta arriba a cualquier otro Presidente del BCRA que lo suceda.
¿Por qué no se cumplieron las metas inflacionarias? Empecemos por decir que la responsabilidad es enteramente del actual gobierno. Si bien el kirchnerismo le dejó el terreno en muy malas condiciones, han habido errores técnicos que nos han llevado a donde estamos en cuanto a nivel de inflación y a depreciación del peso frente al dólar.
Una parte importante de los cambios propuestos por el FMI, que dicho por el mismo organismo surgieron por parte de la Argentina, es el calco de lo que los torpemente llamados “liberalotes” le recomendábamos al BCRA: desarmar las Lebacs, cortar a cero los Adelantos Transitorios al Tesoro y dejar de emitir pesos para comprar los dólares de deuda del Tesoro.
De haber implementado estas medidas cuando se elevó en diciembre la meta de inflación al 15%, otro hubiera sido el recorrido del dólar, de la inflación y de las tasas de interés. Es decir que acá el BCRA llega 7 meses tarde. No estaría mal decir que el BCRA perdió por goleada como el 7 a 0 de Alemania a Brasil.
¿Por qué no implementó el BCRA estos cambios? Por arrogancia, por presiones políticas y por una falta absoluta de audacia. En su defensa utilizó todo tipo de excusas y construyó todo tipo de métricas que respaldaban sus argumentos, que hoy quedan a la vista como equivocados.
Necesitamos un BCRA que vaya por delante de los acontecimientos; que pueda anticipar. Tenemos un BCRA de reacciones pesadas, lentas e inefectivas. Todavía muchos nos estaremos preguntando para qué subió la tasa de interés de Lebacs del 27% al 40%. Esa fue la herramienta que utilizaron para intentar contener al dólar, un objetivo que no había forma de cumplir, justamente porque el mercado se iba corriendo de las Lebacs por la ausencia de credibilidad.
El que crea que el FMI nos prestó U$S 50.000 millones es porque compró ese gran titular. El FMI nos prestó U$S 15.000 millones y el resto es un monto condicionado a cumplir ciertos objetivos. El efecto en los mercados es un optimismo muy moderado. Sin embargo, en la política, celebran esto como una cuasi certeza de reelección. ¿Quién se pondrá a trabajar para cumplir los objetivos para que aparezcan (eventualmente) los otros U$S 35.000 millones?
El BCRA se empecina en el esquema de metas que no supo administrar. ¿Qué hará en caso de que las tasas de interés suban en el mundo y el dólar vuelva a escaparse? ¿Qué hará si el problema de la banca italiana dificulta el escenario internacional? En condiciones internacionales no muy adversas, demostró total impericia. Lamentablemente, tenemos a un BCRA que perdió por paliza contra Islandia y todavía tenemos que jugar con Brasil.